No debe haber colegio en Andalucía que hoy y mañana no celebre la fiesta de la comunidad con su correspondiente desayuno molinero. Es pensar en el Día de Andalucía y aparecérsete, como el monolito de 2001 Odisea en el espacio, la imagen de una tostada regada con aceite de oliva. El desayuno molinero es sobrio, de gente de campo acostumbrada a lidiar con la pobreza. Noble, rústico, quizá escueto e insuficiente para algunos.Cuando uno atraviesa en coche la campiña Sur por la A-92, es inevitable sentir el fuerte aroma a almazara. Si te desvías en la carretera que une Arahal con Morón, el aroma se va volviendo cada vez más intenso. La aceituna morona, que así se llama la oliva autóctona, produce un aceite de fuerte color verde y sabor más bien intenso, ideal para los desayunos molineros. Anoche, fue el moronense de la cantera Kike Salas quien, rebasado el tiempo de prolongación de la primera parte, puso la tostada y el aceite para adelantar al Sevilla anticipándose al desayuno molinero del Día de Andalucía. Fue un buen colofón para una primera parte en la que el Sevilla compitió con ganas y nervio, ante la halagüeña expectativa de volver a situarse en posiciones ligueras propicias para tocar pelo en Europa.El Mallorca salió en el segundo tiempo, sin embargo, bastante cambiado. Le puso ganas, y aunque iban de azul, el bermellón lo llevaban en su juego. Bermellón es el color de la sobrasada, producto emblemático balear, que muchos valientes, sin miedo a los ardores estomacales y al mal aliento, consumen habitualmente como desayuno. Aquí lo encuentras en bastantes bares, y en la segunda parte del partido contra el Sevilla el Mallorca lo dispensó de forma generosa, muy especialmente a partir de la salida al campo de Robert Navarro.Robert Navarro es de esos jugadores capaces de volver a convertir en moda el tupé. Tiene un aire como de cantante rockabilly de los 60. A su juego de ayer podría haberle puesto música el mismísimo Jerry Lee Lewis. Gran bola de fuego, por ejemplo: así se siente el esófago cuando te atiborras de sobrasada y no tienes un miserable Almax a tu alcance.No es que el Sevilla hiciera mal las cosas, pero pasó lo que ocurre siempre: los de García Pimienta tuvieron bastantes ocasiones, que desaprovecharon, y los cambios llegaron demasiado tarde. Cuando entraron Ejuke y Agoumé, ya cumplido el minuto 80, el desayuno molinero había degenerado en otra de nuestras especialidades gastronómicas más singulares: la poleá. Una poleá generosa de harina y azúcar, que se convirtió en un engrudo en las entrañas del juego del Sevilla F.C. Como siempre, en los últimos minutos se mascaba la tragedia. Y, como una premonición, las vallas publicitarias perimetrales anunciaron una nueva marca de restauración que, al menos a quien firma, se le había pasado completamente desapercibida hasta anoche: Casa Berrinche, se leía. Ignoramos si la poleá forma parte de su carta.Jugar 45 minutos ganando por un solo gol es un poco como el desayuno molinero. Alimento noble pero demasiado pobre; pobre diferencia para intentar meterse en la lucha de la Europa de los pobres, la Conference League. El gol del Mallorca acabó untando de sobrasada el pan con aceite , y la Europa de los pobres volvió a alejarse. Retortijones y fiesta de Andalucía agriada para el sevillismo, con un gol que una mayor contundencia de Nyland en el despeje pudo haber evitado. Un saldo que produce, la verdad, bastante rabia, más aún cuando hubo jugadores enchufadísimos, como Saúl, que firmó su mejor partido de la temporada.Todos sabemos que este Sevilla no está para Europa. Ni siquiera para la Europa de los pobres. Pero hubiera sido bonito que, al menos en esta semana tan andaluza, no se hubiera dejado comer la tostada (molinera). No debe haber colegio en Andalucía que hoy y mañana no celebre la fiesta de la comunidad con su correspondiente desayuno molinero. Es pensar en el Día de Andalucía y aparecérsete, como el monolito de 2001 Odisea en el espacio, la imagen de una tostada regada con aceite de oliva. El desayuno molinero es sobrio, de gente de campo acostumbrada a lidiar con la pobreza. Noble, rústico, quizá escueto e insuficiente para algunos.Cuando uno atraviesa en coche la campiña Sur por la A-92, es inevitable sentir el fuerte aroma a almazara. Si te desvías en la carretera que une Arahal con Morón, el aroma se va volviendo cada vez más intenso. La aceituna morona, que así se llama la oliva autóctona, produce un aceite de fuerte color verde y sabor más bien intenso, ideal para los desayunos molineros. Anoche, fue el moronense de la cantera Kike Salas quien, rebasado el tiempo de prolongación de la primera parte, puso la tostada y el aceite para adelantar al Sevilla anticipándose al desayuno molinero del Día de Andalucía. Fue un buen colofón para una primera parte en la que el Sevilla compitió con ganas y nervio, ante la halagüeña expectativa de volver a situarse en posiciones ligueras propicias para tocar pelo en Europa.El Mallorca salió en el segundo tiempo, sin embargo, bastante cambiado. Le puso ganas, y aunque iban de azul, el bermellón lo llevaban en su juego. Bermellón es el color de la sobrasada, producto emblemático balear, que muchos valientes, sin miedo a los ardores estomacales y al mal aliento, consumen habitualmente como desayuno. Aquí lo encuentras en bastantes bares, y en la segunda parte del partido contra el Sevilla el Mallorca lo dispensó de forma generosa, muy especialmente a partir de la salida al campo de Robert Navarro.Robert Navarro es de esos jugadores capaces de volver a convertir en moda el tupé. Tiene un aire como de cantante rockabilly de los 60. A su juego de ayer podría haberle puesto música el mismísimo Jerry Lee Lewis. Gran bola de fuego, por ejemplo: así se siente el esófago cuando te atiborras de sobrasada y no tienes un miserable Almax a tu alcance.No es que el Sevilla hiciera mal las cosas, pero pasó lo que ocurre siempre: los de García Pimienta tuvieron bastantes ocasiones, que desaprovecharon, y los cambios llegaron demasiado tarde. Cuando entraron Ejuke y Agoumé, ya cumplido el minuto 80, el desayuno molinero había degenerado en otra de nuestras especialidades gastronómicas más singulares: la poleá. Una poleá generosa de harina y azúcar, que se convirtió en un engrudo en las entrañas del juego del Sevilla F.C. Como siempre, en los últimos minutos se mascaba la tragedia. Y, como una premonición, las vallas publicitarias perimetrales anunciaron una nueva marca de restauración que, al menos a quien firma, se le había pasado completamente desapercibida hasta anoche: Casa Berrinche, se leía. Ignoramos si la poleá forma parte de su carta.Jugar 45 minutos ganando por un solo gol es un poco como el desayuno molinero. Alimento noble pero demasiado pobre; pobre diferencia para intentar meterse en la lucha de la Europa de los pobres, la Conference League. El gol del Mallorca acabó untando de sobrasada el pan con aceite , y la Europa de los pobres volvió a alejarse. Retortijones y fiesta de Andalucía agriada para el sevillismo, con un gol que una mayor contundencia de Nyland en el despeje pudo haber evitado. Un saldo que produce, la verdad, bastante rabia, más aún cuando hubo jugadores enchufadísimos, como Saúl, que firmó su mejor partido de la temporada.Todos sabemos que este Sevilla no está para Europa. Ni siquiera para la Europa de los pobres. Pero hubiera sido bonito que, al menos en esta semana tan andaluza, no se hubiera dejado comer la tostada (molinera).
No debe haber colegio en Andalucía que hoy y mañana no celebre la fiesta de la comunidad con su correspondiente desayuno molinero. Es pensar en el Día de Andalucía y aparecérsete, como el monolito de 2001 Odisea en el espacio, la imagen de una … tostada regada con aceite de oliva. El desayuno molinero es sobrio, de gente de campo acostumbrada a lidiar con la pobreza. Noble, rústico, quizá escueto e insuficiente para algunos.
Cuando uno atraviesa en coche la campiña Sur por la A-92, es inevitable sentir el fuerte aroma a almazara. Si te desvías en la carretera que une Arahal con Morón, el aroma se va volviendo cada vez más intenso. La aceituna morona, que así se llama la oliva autóctona, produce un aceite de fuerte color verde y sabor más bien intenso, ideal para los desayunos molineros. Anoche, fue el moronense de la cantera Kike Salas quien, rebasado el tiempo de prolongación de la primera parte, puso la tostada y el aceite para adelantar al Sevilla anticipándose al desayuno molinero del Día de Andalucía. Fue un buen colofón para una primera parte en la que el Sevilla compitió con ganas y nervio, ante la halagüeña expectativa de volver a situarse en posiciones ligueras propicias para tocar pelo en Europa.
El Mallorca salió en el segundo tiempo, sin embargo, bastante cambiado. Le puso ganas, y aunque iban de azul, el bermellón lo llevaban en su juego. Bermellón es el color de la sobrasada, producto emblemático balear, que muchos valientes, sin miedo a los ardores estomacales y al mal aliento, consumen habitualmente como desayuno. Aquí lo encuentras en bastantes bares, y en la segunda parte del partido contra el Sevilla el Mallorca lo dispensó de forma generosa, muy especialmente a partir de la salida al campo de Robert Navarro.
Robert Navarro es de esos jugadores capaces de volver a convertir en moda el tupé. Tiene un aire como de cantante rockabilly de los 60. A su juego de ayer podría haberle puesto música el mismísimo Jerry Lee Lewis. Gran bola de fuego, por ejemplo: así se siente el esófago cuando te atiborras de sobrasada y no tienes un miserable Almax a tu alcance.
No es que el Sevilla hiciera mal las cosas, pero pasó lo que ocurre siempre: los de García Pimienta tuvieron bastantes ocasiones, que desaprovecharon, y los cambios llegaron demasiado tarde. Cuando entraron Ejuke y Agoumé, ya cumplido el minuto 80, el desayuno molinero había degenerado en otra de nuestras especialidades gastronómicas más singulares: la poleá. Una poleá generosa de harina y azúcar, que se convirtió en un engrudo en las entrañas del juego del Sevilla F.C. Como siempre, en los últimos minutos se mascaba la tragedia. Y, como una premonición, las vallas publicitarias perimetrales anunciaron una nueva marca de restauración que, al menos a quien firma, se le había pasado completamente desapercibida hasta anoche: Casa Berrinche, se leía. Ignoramos si la poleá forma parte de su carta.
Jugar 45 minutos ganando por un solo gol es un poco como el desayuno molinero. Alimento noble pero demasiado pobre; pobre diferencia para intentar meterse en la lucha de la Europa de los pobres, la Conference League. El gol del Mallorca acabó untando de sobrasada el pan con aceite, y la Europa de los pobres volvió a alejarse. Retortijones y fiesta de Andalucía agriada para el sevillismo, con un gol que una mayor contundencia de Nyland en el despeje pudo haber evitado. Un saldo que produce, la verdad, bastante rabia, más aún cuando hubo jugadores enchufadísimos, como Saúl, que firmó su mejor partido de la temporada.
Todos sabemos que este Sevilla no está para Europa. Ni siquiera para la Europa de los pobres. Pero hubiera sido bonito que, al menos en esta semana tan andaluza, no se hubiera dejado comer la tostada (molinera).
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