En un episodio de Sin medida, la protagonista, Jessica (la estupenda Megan Stalter, de quien nos enamoramos en Hacks, disponible en HBO Max) confiesa que ve cierto tipo de realities porque le hacen sentirse mejor consigo misma. A mí me pasa con las series de Lena Dunham. No veía Girls por ese motivo, y reconozco que nunca encontré en su serie debut ese retrato de mi generación del que ella presumía. Claro que ya de entrada, la etiqueta “generacional” me parece una trampa de la que huir.
Lena Dunham ha declarado que solo alrededor del 5% de su nueva serie es autobiográfica, pero el porcentaje parece mucho mayor. El peligro del ‘roman à clef’ es que el lector —en este caso espectador— esté más pendiente de la ‘clef’ que del ‘roman’
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Lena Dunham ha declarado que solo alrededor del 5% de su nueva serie es autobiográfica, pero el porcentaje parece mucho mayor. El peligro del ‘roman à clef’ es que el lector —en este caso espectador— esté más pendiente de la ‘clef’ que del ‘roman’


En un episodio de Sin medida, la protagonista, Jessica (la estupenda Megan Stalter, de quien nos enamoramos en Hacks, disponible en HBO Max) confiesa que ve cierto tipo de realities porque le hacen sentirse mejor consigo misma. A mí me pasa con las series de Lena Dunham. No veía Girls por ese motivo, y reconozco que nunca encontré en su serie debut ese retrato de mi generación del que ella presumía. Claro que ya de entrada, la etiqueta “generacional” me parece una trampa de la que huir.
Ocho años después de que terminara la serie de HBO y siete después de que lo intentara infructuosamente con otra serie, Camping, Lena Dunham ha vuelto al ruedo de la creación televisiva con Sin medida, en Netflix, una serie que parece el resultado de meter en una coctelera Girls, Emily in Paris y la vida personal de la propia Dunham, que, como su protagonista, después de una ruptura con un músico, se mudó a Londres y comenzó una relación con otro músico, Luis Felber, que figura como cocreador de la serie.
Conociendo ciertos aspectos de la vida privada de la creadora —que ella ha ido revelando a lo largo de los años— es muy difícil ver la serie sin establecer paralelismos. Ella ha declarado que solo “alrededor del 5% de la serie” es autobiográfica, pero en sus tramas se pueden encontrar incluso similitudes a su relación con un perro que adoptó y acabó entregando a un refugio. El peligro del roman à clef es que el lector —en este caso espectador— esté más pendiente de la clef que del roman.

En Sin medida están todos los tropos de Dunham, a la que se puede acusar de muchas cosas, pero no de carecer de un universo propio. Sin embargo, todos ellos están pasados por el filtro de Netflix. Por eso, aunque ella haya citado como referencia las comedias de Richard Curtis y su personaje protagonista esté obsesionado con Jane Austen hasta el punto de ver a su nuevo novio caracterizado como el señor Darcy, Sin medida no es Bridget Jones, es Lena en Londres. Están sus arquetipos, están los diálogos divertidos, pero al final —spoiler— esta es la historia de una chica que sale traumatizada de una relación y solo encuentra su sitio en el mundo cuando se casa con otro. Puede tomar ketamina, loar el reality Vanderpump rules y vestir diferente, pero todo acaba reducido a un envoltorio moderno para el mismo happy end de siempre.
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Sobre la firma

Redactora, columnista y guionista de televisión. Empezó a trabajar en el medio en 2006, en el departamento de vestuario de diferentes series, y dio el salto a guion en 2012. Su último trabajo emitido es ‘Señoras del (h)AMPA’. Ha desarrollado series para Alea Media, Shine Iberia, Secuoya, Zeta studios y Suma content, entre otras productoras.
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