Sonia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas de Brasil: «El legado de los políticos de extrema derecha ha sido la violación de derechos ya garantizados»

La política que recibió el año pasado el premio Campeones de la Tierra de la ONU, sigue defendiendo el papel fundamental de estas poblaciones originarias Leer La política que recibió el año pasado el premio Campeones de la Tierra de la ONU, sigue defendiendo el papel fundamental de estas poblaciones originarias Leer  

Originaria de la tierra indígena Araribóia, al interior del estado de Maranhão, Sonia Guajajara está desde 2022 frente al Ministerio inaugurado por el Gobierno de Lula. Desde Brasilia, la política que recibió el año pasado el premio Campeones de la Tierra de la ONU, sigue defendiendo el papel fundamental de los pueblos indígenas en la lucha contra la crisis climática y critica que «el legado de los políticos de extrema derecha (como Trump y Bolsonaro) ha sido la aceptación de una destrucción ilimitada de la naturaleza y la violación de derechos ya consolidados», según cuenta en una entrevista con EL MUNDO.

A pocos meses de que Brasil acoja la trigésima cumbre climática de las Naciones Unidas, Guajajara hace un llamamiento: «Que las supuestas potencias se revelen como tales y demuestren que saben construir algo diferente: una división más justa del poder de decisión y del protagonismo para las poblaciones históricamente marginadas». Las poblaciones a que ella se refiere son los pueblos originarios, que en Brasil son al menos 305 grupos étnicos -casi un millón de habitantes- y hablantes de más de 274 idiomas.

P. En la edición de este año del Campamento Tierra Libre —la mayor movilización indígena de Brasil, que reúne anualmente a miles de representantes de pueblos originarios en Brasilia para reivindicar sus derechos—, llamó la atención la cercanía entre líderes indígenas de Brasil y de Oceanía. ¿Cómo valora usted el fortalecimiento de estas alianzas globales?

R. Bueno, el fortalecimiento de alianzas de carácter transcontinental entre pueblos indígenas es fundamental no solo para que haya alineación y unión entre diversos frentes, sino también para que puedan intercambiar experiencias y conocimientos sobre acciones políticas y de resistencia frente a medidas que les afectan en sus territorios.

El impacto que puede generar esta unión es anhelado por la movilización global de los pueblos indígenas y tradicionales, cuya coherencia y solidez provoquen medidas concretas que impidan la continuidad de la marcha destructiva contra sus derechos y contra la naturaleza en su conjunto. El fortalecimiento político se traduce en cargos ejecutivos, en puestos en cámaras legislativas y alcaldías, lo cual permite generar cambios desde dentro de la sociedad.

Las causas comunes que acercan a los pueblos indígenas de distintos continentes son consecuencia de los procesos de colonización llevados a cabo por países europeos. La invasión de territorios indígenas para la extracción depredadora e ilegal de recursos naturales, la constante violación de derechos constitucionales de los pueblos indígenas, la negligencia estatal, la violencia ejercida por grupos ruralistas contra los pueblos indígenas, el racismo, el impacto derivado de la emergencia climática, entre muchas otras.

Además de esta presión sobre instituciones, estados y organismos gubernamentales, una articulación internacional en la COP30 representa una demostración de fuerza y capacidad de liderazgo de los pueblos indígenas y tradicionales. Debido a su modo de vida en armonía con la naturaleza de forma respetuosa, los pueblos indígenas poseen un conocimiento ancestral y profundos conocimientos de saberes sobre los ecosistemas con los que conviven, lo que ha ampliado las capacidades de restauración y conservación del medio ambiente. No hemos heredado solo la lucha y la resistencia como forma de vida.

Tenemos un cuerpo de entendimiento sobre el medio ambiente que debe orientar los próximos siglos si queremos sobrevivir como especie. En definitiva, esta articulación puede concretar la homologación de más tierras indígenas en el futuro, lo cual, por sí solo, constituye una medida de seguridad para las generaciones venideras. La COP 30 se celebrará en Brasil, lo que sitúa al país en el centro de las atenciones climáticas.

P. ¿Cree usted que los y las líderes indígenas tendrán el protagonismo que les corresponde la COP30, o aún existen barreras importantes por superar?

R. Mire, los pueblos indígenas siempre enfrentan barreras en cualquier aspecto relacionado con el mundo no indígena. Sin embargo, la organización de las conferencias ha empezado a entender que no se están cumpliendo las metas de reducción de temperatura y contaminación.

Por tanto, tiene sentido que se abra espacio para nuestro protagonismo, cargado de cuestionamiento hacia la forma en que los no indígenas han venido conduciendo estos eventos. Estamos trabajando día y noche en el Ministerio de los Pueblos Indígenas para que los pueblos indígenas reciban el debido reconocimiento, espacio y protagonismo, con la mayor y mejor participación indígena de la historia de las COPs.

Además, hemos logrado establecer una comisión internacional indígena con 16 miembros dentro de uno de los círculos internos de la presidencia de la COP brasileña. También desarrollamos un curso para formar a 30 jóvenes indígenas para que incidan en temas relevantes antes y durante el evento.

Y a partir de abril, iniciaremos un circuito de 14 etapas por Brasil para seleccionar a cientos de indígenas que integrarán la delegación de la COP 30.

P. En los últimos años, Gobiernos como el de Donald Trump en Estados Unidos y el de Jair Bolsonaro en Brasil adoptaron posturas abiertamente negacionistas frente a la crisis climática y hostiles hacia los derechos de los pueblos indígenas. Desde su punto de vista, ¿qué consecuencias han dejado estas políticas, tanto a nivel interno como en el escenario internacional?

R. Dado que los pueblos indígenas son inseparables de los ecosistemas y entornos en los que viven, el legado de los políticos de extrema derecha ha sido la aceptación de una destrucción ilimitada de la naturaleza y la violación de derechos ya garantizados. Sin embargo, el perjuicio no se limita a la pérdida de biodiversidad y áreas conservadas.

Entre los impactos también están las vidas indígenas perdidas, los aspectos culturales deteriorados, el aumento del racismo y la discriminación, la permisividad hacia el extractivismo depredador ilegal, la contaminación de suelos y ríos, así como el respaldo gubernamental que alimenta una visión distorsionada que ataca precisamente a quienes se dedican a conservar un bien común, esencial para nuestra permanencia en el planeta.

P. Recientemente, el relator de la ONU Bernard Duhaime afirmó que la violencia contra los pueblos indígenas en Brasil, así como la defensa del Marco Temporal, remiten a crímenes cometidos durante la dictadura militar. En su opinión, ¿cuáles son los factores que sostienen todavía hoy este escenario de violencia y exclusión?

R. Bueno, la historia de Brasil lamentablemente está atravesada por un retorica sistémica contra los pueblos indígenas. Lo que contribuye a la persistencia de estas prácticas es la continuidad de órganos gubernamentales que heredaron modos de observar y tratar a los pueblos indígenas combinando colonialismo, dictadura e intereses privados, con una fuerte herencia del tiempo de la tutela estatal. El marco temporal es un dispositivo que tardó 16 años en ser juzgado por el Supremo Tribunal Federal.

No existe un mecanismo jurídico similar en ejercicio en la comunidad internacional. Se trata de una maniobra legislativa para impedir el avance de un pasivo demarcatorio cuya resolución ya estaba prevista en la Constitución de 1988.

Brasil está atrapado por una mentalidad que promueve la exportación de materias primas procedentes del monocultivo y de grandes latifundios, cuyos propietarios tienen gran incidencia e influencia en el Congreso y en otras esferas de poder. Harán todo lo posible por mantener al país atado a esa forma retrógrada de conducir la política y la economía.

La ausencia de una reforma agraria y de la demarcación de tierras indígenas nos mantiene atrapados en un ciclo estancado que no ha evolucionado en más de 500 años.

P. Hace poco, el presidente Lula comentó que, durante su visita a la Amazonía, observó una «predominancia de las antenas de Musk» y aseguró que no permitirá que «alguien que odia nuestro Gobierno, que odia la democracia y nuestro sistema judicial» controle la información de una región como la Amazonía. ¿Considera usted que ese control es necesario para proteger a los pueblos indígenas y sus territorios?

R. Ese hombre (Elon Musk) buscó interferir en nuestra soberanía nacional a través de las redes sociales. Y sus intenciones continúan. El acceso a internet es un derecho importante. Pero también puede traer perjuicios, como el uso de esas antenas para la minería ilegal y el crimen organizado en territorios indígenas remotos, incluso donde hay presencia de pueblos aislados. Es necesario que exista algún tipo de fiscalización más rigurosa que impida el uso de esas antenas en cualquier contexto, sumado a una importante regulación de las plataformas.

P. Ante la posibilidad de que el agronegocio brasileño se fortalezca y expanda, impulsado por las políticas comerciales proteccionistas de Trump, ¿el ministerio de los Pueblos Indígenas tiene previsto alguna estrategia para proteger los territorios frente a posibles amenazas y conflictos?

R. Sí. Nuestra principal estrategia es aumentar al máximo el número de demarcaciones de tierras indígenas, lo que permitirá la expulsión de invasores, ya sean mineros ilegales, usurpadores de tierras o miembros del crimen organizado.

Además de eso, estamos constantemente monitoreando y actuando en los territorios con apoyo y presencia de organismos de seguridad para mediar conflictos e impedir la reincidencia de ciclos de violencia contra los pueblos indígenas.

Contamos con un centro de operaciones conectado con varios departamentos del gobierno federal y con un departamento interno dedicado a mediar y resolver conflictos, disputas y violencias en los territorios indígenas.

Otro punto fundamental es hacer llegar políticas públicas sólidas a los territorios, garantizando educación, salud, ingresos y otras acciones para los pueblos indígenas. Hemos logrado avances en conjunto con otros ministerios, porque la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas ha permitido una política transversal orientada a los más de 305 pueblos que habitan Brasil.

P. Por último, ¿qué mensaje les gustaría transmitir a los pueblos originarios de Brasil a la comunidad internacional en este momento crítico para el planeta, especialmente a los líderes de la Unión Europea y de Estados Unidos?

R. El mensaje es que seguir repitiendo las mismas acciones para el privilegio de unos pocos que detentan el capital acabará estrangulando la vida en la Tierra, al punto de hacerla inviable incluso para los más ricos. Los esfuerzos deben canalizarse hacia la conservación y la restauración.

Las medidas más recientes de rediseño geopolítico demuestran que las potencias siempre ejercen su hegemonía a través de la competencia destructiva y la explotación criminal de los territorios.

Ha llegado el momento de que esas supuestas potencias se revelen como tales y demuestren que saben construir algo diferente: una división más justa del poder de decisión y del protagonismo para las poblaciones históricamente marginadas.

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