El presupuesto pasará del 2,34% del PIB este año al 2,5% en 2027. La cifra será sufragada en su totalidad con fondos de ayuda al desarrollo. Leer El presupuesto pasará del 2,34% del PIB este año al 2,5% en 2027. La cifra será sufragada en su totalidad con fondos de ayuda al desarrollo. Leer
El primer ministro británico, Keir Starmer, se ‘trumpifica’. En la víspera de su viaje a Washington para reunirse el jueves en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Donald Trump, Starmer anunció el martes un aumento del gasto en defensa en 6.000 millones de libras (7.200 millones de euros). Una cifra que será sufragada en su totalidad con fondos de ayuda al desarrollo.
Con esta subida, el presupuesto del Departamento de Defensa pasará del 2,34% del PIB este año al 2,5% en 2027. Hasta ahora, Reino Unido preveía alcanzar ese nivel en 2030. Además, el ‘premier’ anunció que la subida continuará en la próxima legislatura (en caso de que sea relegido, obviamente), hasta llegar al 3% del PIB. Starmer dijo que es el mayor aumento «desde el final de la Guerra Fría». Pero, en realidad, hace más de cuatro décadas que Reino Unido no dispara a ese nivel su inversión en Defensa. Solo Margaret Thatcher, entre 1980 y 1983, subió más el presupuesto miliar.
La medida sigue la política de Donald Trump, que ha reducido hasta la casi aniquilación a la agencia de desarrollo de EEUU (USAID, el equivalente de la AECID española), lo que está empezando a provocar problemas presupuestarios en países aliados de Occidente en África, como Ghana o Malawi. Starmer no va tan lejos. Pero el recorte de 6.000 millones de libras supone una reducción del 39,1% del presupuesto de la Oficina para el Desarrollo Exterior y de la Commonwealth (FCDO, según sus siglas en inglés), que es la agencia de cooperación de Reino Unido.
En lo que sí hay diferencia es en la justificación de la medida. Frente a la aparente devoción de Trump por Rusia, Starmer ha declarado que el aumento del gasto en defensa es necesario porque «tiranos como Putin solo responden ante la fuerza». El primer ministro británico dijo al anunciar el aumento en el Parlamento que «Rusia es una amenaza en nuestras aguas territoriales, en nuestro espacio aéreos y en nuestras calles».
En política interna el primer ministro está corriendo un riesgo considerable con su propio electorado. La ayuda al desarrollo es popular entre las bases laboristas, justo al contrario que el gasto en defensa, mientras que entre la oposición conservadora la postura es exactamente la opuesta.
La idea de recortar la ayuda a la cooperación para destinarla a las Fuerzas Armadas es idéntica a la propuesta lanzada en las elecciones del año pasado por la ultraderecha ‘trumpista’ del Partido de la Reforma que dirige Nigel Farage y que quedó tercero en esos comicios. En las últimas encuestas, esta formación se disputa con los laboristas de Starmer el primer puesto en las preferencias de voto de los británicos.
Starmer también parece estar llevando a cabo una política de aproximación a Estados Unidos, un socio indispensable para que Londres pueda seguir proyectando su influencia en el mundo. El primer ministro se reúne el jueves con Trump en un momento en el que el aislacionismo estadounidense parece encontrarse en su momento más alto desde que en 1920 el Congreso de ese país votara en contra de la entrada en la Sociedad de Naciones, la predecesora de la ONU.
El anuncio del primer ministro británico tuvo una repercusión inmediata en Washington. «Un paso vigoroso de un socio duradero», escribió en la red social X el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth. Dentro del Gobierno de Trump existe un debate actualmente acerca de si hay que usar la amenaza de ruptura de alianzas militares para presionar a los países aliados para que realicen concesiones comerciales.
Según informaba el martes el diario Financial Times, el asesor más influyente de Trump en materia de Comercio, Peter Navarro, ha propuesto expulsar a Canadá de la llamada red de los ‘Cinco Ojos’. En esa red, Canadá, EEUU, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda comparten inteligencia. Canadá sería expulsada si no abre prácticamente de manera ilimitada sus aduanas a las importaciones de su vecino del sur. Una medida similar para Reino Unido tendría un impacto devastador para su influencia en el mundo.
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