Sexta prueba agridulce para el megacohete Starship, de SpaceX. Tan solo un mes después del exitoso test en el que la primera etapa del lanzador acabó atrapada al vuelo en los brazos de la plataforma sobre el mar, la compañía del siempre polémico Elon Musk volvía a intentarlo. El objetivo era repetir el mismo vuelo, aunque llevando el lanzador al límite. Y todo bajo la atenta mirada de un espectador de lujo: el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump , quien ahora parece el mejor amigo de Musk, pero que no pareció traer demasiada suerte a la prueba, que acabó, de nuevo entre llamas. Elon Musk y Donald Trump durante los minutos previos al lanzamiento de la sexta prueba de Starship afpCon puntualidad británica, el cohete se elevó con los 33 motores Raptor de la etapa SuperHeavy encendidos. A los 3 minutos 40 segundos se separó de la etapa superior, Starship, sin aparentes problemas. Sin embargo, pocos minutos después, los ingenieros de SpaceX confirmaban que en esta ocasión no se podría ver la ‘caza’ de SuperHeavy en la base Mechazilla, como en la anterior prueba. La compañía ya había advertido que serían más estrictos con la decisión de utilizar las instalaciones de recepción sobre la plataforma marítima -resolución que se toma una vez las dos etapas se separan-. SuperHeavy finalmente amerizaba en el océano Índico, explotando después de caer al agua, quedando uno de los tanques flotando en el agua.Mientras todo esto ocurría, Starship seguía su camino durante una hora más en una trayectoria parabólica cuyo final estaba marcado sobre el océano Índico, cerca de las costas de Australia. Pasada la media hora de vuelo, Starship consiguió encender uno de sus Raptor en el espacio, lo que le permitirá, en teoría, realizar vuelos orbitales en las próximas pruebas. En su interior, una banana como carga mostraba la gravedad cero. Rozando la hora, el cohete empezó a descender, mostrando en directo la reentrada atmosférica, que por primera vez se hacía de día. Después de regalar unas vistas de lujo del cohete descendiendo sobre el mar, finalmente la Starship acababa envuelta en llamas flotando sobre el Índico. Las pruebas anterioresElon Musk está acostumbrado a las detonaciones y las llamas. Si bien SpaceX lleva años testando por separado ambas etapas (la mitad de ellas con explosivos resultados ), hubo que esperar hasta abril del pasado año para ver volar por primera vez a Starship integrado. Sin embargo, la aventura duró poco: a los tres minutos del despegue, y tras fracasar en el intento de separar ambas etapas, el cohete acabó autodestruyéndose por seguridad tras rotar descontrolado varios segundos. En noviembre tuvo lugar la segunda intentona. En esta ocasión, las dos etapas se separaron con éxito, pero unos minutos después tanto Starship como SuperHeavy acabaron envueltos en llamas. El tercer intento fue mucho mejor: la separación de las etapas se llevó a cabo correctamente y tanto SuperHeavy como Starship continuaron sus caminos como estaba previsto. El problema llegó con el amerizaje y la reentrada, porque SuperHeavy, si bien se colocó en la posición correcta, en el último momento acabó cayendo de forma descontrolada. Starship, por su parte, si bien en un primer momento se puso en posición vertical tal y como estaba previsto, durante la reentrada se pudo observar cómo osciló en una trayectoria sin control.La cuarta prueba realizada en junio dio un paso más allá y consiguió que ambas etapas realizaran un regreso controlado, si bien hubo que esperar hasta el quinto y hasta ahora último intento para ver a Superheavy ser atrapado por los brazos robóticos de la plataforma marítima en un exitoso vuelo (si bien una fuga de metano acabó con un espectáculo con más llamas de lo demás). Qué esperar en el futuroEl objetivo es que Starship sea un lanzador totalmente reutilizable que pueda ser utilizado en varios lanzamientos. De hecho, esta será la última vez que veamos este modelo de cohete: la siguiente versión que se probará el las próximas pruebas, incluirá cambios, como la eliminación de la pieza que ahora protege SuperHeavy del encendido de Starship (y que no es reutilizable) o un nuevo escudo térmico. Starship será el cohete que lleve a la próxima tripulación de astronautas de la NASA a pisar la Luna de nuevo, concretamente en la misión Artemis 3, prevista para despegar en septiembre de 2026 (aunque en un principio se había planeado para el próximo año). No obstante, antes SpaceX deberá probar que no solo es capaz de volar con éxito su Starship en este tipo de pruebas, sino que la etapa superior es capaz de alunizar en nuestro satélite y, después, volver a despegar para regresar la cápsula Orion (en la que viajarán los astronautas) a la Tierra. La idea es que las pruebas se acorten en el tiempo y que veamos lanzamientos cada poco tiempo hasta conseguir llegar septiembre de 2026 con un cohete totalmente operativo. «Esa es la fecha por la que estamos trabajando. No tenemos ningún obstáculo conocido y hay algunas cosas que se hacen por primera vez, pero tenemos un plan para demostrarlas«, explicó a Spaceflight Now Kent Chojancki, subdirector del programa de Sistema de Aterrizaje Humano (HLS) de la NASA. Noticia Relacionada estandar Si El idilio de la NASA con las compañías privadas: el espacio ya no es solo cuestión de Estado Patricia Biosca Boeing y SpaceX acaban de llevar a cabo sendas pruebas con prototipos de naves y lanzadores encargados por la agencia espacial estadounidense que, cada vez más, subcontrata serviciosChojancki es el responsable de supervisar los contratos tanto para el desarrollo de Starship como el módulo de aterrizaje lunar de Blue Origin, Blue Moon, que se utilizará en la misión Artemis 5, ya que la agencia espacial estadounidense no quiere poner todos los huevos en la misma cesta y ha optado por diversificar sus contratistas, como ya hiciera con las naves que envían actualmente a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS). Sexta prueba agridulce para el megacohete Starship, de SpaceX. Tan solo un mes después del exitoso test en el que la primera etapa del lanzador acabó atrapada al vuelo en los brazos de la plataforma sobre el mar, la compañía del siempre polémico Elon Musk volvía a intentarlo. El objetivo era repetir el mismo vuelo, aunque llevando el lanzador al límite. Y todo bajo la atenta mirada de un espectador de lujo: el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump , quien ahora parece el mejor amigo de Musk, pero que no pareció traer demasiada suerte a la prueba, que acabó, de nuevo entre llamas. Elon Musk y Donald Trump durante los minutos previos al lanzamiento de la sexta prueba de Starship afpCon puntualidad británica, el cohete se elevó con los 33 motores Raptor de la etapa SuperHeavy encendidos. A los 3 minutos 40 segundos se separó de la etapa superior, Starship, sin aparentes problemas. Sin embargo, pocos minutos después, los ingenieros de SpaceX confirmaban que en esta ocasión no se podría ver la ‘caza’ de SuperHeavy en la base Mechazilla, como en la anterior prueba. La compañía ya había advertido que serían más estrictos con la decisión de utilizar las instalaciones de recepción sobre la plataforma marítima -resolución que se toma una vez las dos etapas se separan-. SuperHeavy finalmente amerizaba en el océano Índico, explotando después de caer al agua, quedando uno de los tanques flotando en el agua.Mientras todo esto ocurría, Starship seguía su camino durante una hora más en una trayectoria parabólica cuyo final estaba marcado sobre el océano Índico, cerca de las costas de Australia. Pasada la media hora de vuelo, Starship consiguió encender uno de sus Raptor en el espacio, lo que le permitirá, en teoría, realizar vuelos orbitales en las próximas pruebas. En su interior, una banana como carga mostraba la gravedad cero. Rozando la hora, el cohete empezó a descender, mostrando en directo la reentrada atmosférica, que por primera vez se hacía de día. Después de regalar unas vistas de lujo del cohete descendiendo sobre el mar, finalmente la Starship acababa envuelta en llamas flotando sobre el Índico. Las pruebas anterioresElon Musk está acostumbrado a las detonaciones y las llamas. Si bien SpaceX lleva años testando por separado ambas etapas (la mitad de ellas con explosivos resultados ), hubo que esperar hasta abril del pasado año para ver volar por primera vez a Starship integrado. Sin embargo, la aventura duró poco: a los tres minutos del despegue, y tras fracasar en el intento de separar ambas etapas, el cohete acabó autodestruyéndose por seguridad tras rotar descontrolado varios segundos. En noviembre tuvo lugar la segunda intentona. En esta ocasión, las dos etapas se separaron con éxito, pero unos minutos después tanto Starship como SuperHeavy acabaron envueltos en llamas. El tercer intento fue mucho mejor: la separación de las etapas se llevó a cabo correctamente y tanto SuperHeavy como Starship continuaron sus caminos como estaba previsto. El problema llegó con el amerizaje y la reentrada, porque SuperHeavy, si bien se colocó en la posición correcta, en el último momento acabó cayendo de forma descontrolada. Starship, por su parte, si bien en un primer momento se puso en posición vertical tal y como estaba previsto, durante la reentrada se pudo observar cómo osciló en una trayectoria sin control.La cuarta prueba realizada en junio dio un paso más allá y consiguió que ambas etapas realizaran un regreso controlado, si bien hubo que esperar hasta el quinto y hasta ahora último intento para ver a Superheavy ser atrapado por los brazos robóticos de la plataforma marítima en un exitoso vuelo (si bien una fuga de metano acabó con un espectáculo con más llamas de lo demás). Qué esperar en el futuroEl objetivo es que Starship sea un lanzador totalmente reutilizable que pueda ser utilizado en varios lanzamientos. De hecho, esta será la última vez que veamos este modelo de cohete: la siguiente versión que se probará el las próximas pruebas, incluirá cambios, como la eliminación de la pieza que ahora protege SuperHeavy del encendido de Starship (y que no es reutilizable) o un nuevo escudo térmico. Starship será el cohete que lleve a la próxima tripulación de astronautas de la NASA a pisar la Luna de nuevo, concretamente en la misión Artemis 3, prevista para despegar en septiembre de 2026 (aunque en un principio se había planeado para el próximo año). No obstante, antes SpaceX deberá probar que no solo es capaz de volar con éxito su Starship en este tipo de pruebas, sino que la etapa superior es capaz de alunizar en nuestro satélite y, después, volver a despegar para regresar la cápsula Orion (en la que viajarán los astronautas) a la Tierra. La idea es que las pruebas se acorten en el tiempo y que veamos lanzamientos cada poco tiempo hasta conseguir llegar septiembre de 2026 con un cohete totalmente operativo. «Esa es la fecha por la que estamos trabajando. No tenemos ningún obstáculo conocido y hay algunas cosas que se hacen por primera vez, pero tenemos un plan para demostrarlas«, explicó a Spaceflight Now Kent Chojancki, subdirector del programa de Sistema de Aterrizaje Humano (HLS) de la NASA. Noticia Relacionada estandar Si El idilio de la NASA con las compañías privadas: el espacio ya no es solo cuestión de Estado Patricia Biosca Boeing y SpaceX acaban de llevar a cabo sendas pruebas con prototipos de naves y lanzadores encargados por la agencia espacial estadounidense que, cada vez más, subcontrata serviciosChojancki es el responsable de supervisar los contratos tanto para el desarrollo de Starship como el módulo de aterrizaje lunar de Blue Origin, Blue Moon, que se utilizará en la misión Artemis 5, ya que la agencia espacial estadounidense no quiere poner todos los huevos en la misma cesta y ha optado por diversificar sus contratistas, como ya hiciera con las naves que envían actualmente a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS).
Los ingenieros de SpaceX decidieron no utilizar los brazos mecánicos que atrapan al vuelo la primera etapa y acabó estallando después de amerizar sobre el mar; una suerte similar corrió la etapa superior, que si bien completó su viaje de una hora con éxito, terminó en llamas después de posarse sobre el océano Índico
Sexta prueba agridulce para el megacohete Starship, de SpaceX. Tan solo un mes después del exitoso test en el que la primera etapa del lanzador acabó atrapada al vuelo en los brazos de la plataforma sobre el mar, la compañía del siempre polémico Elon Musk volvía a intentarlo. El objetivo era repetir el mismo vuelo, aunque llevando el lanzador al límite. Y todo bajo la atenta mirada de un espectador de lujo: el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien ahora parece el mejor amigo de Musk, pero que no pareció traer demasiada suerte a la prueba, que acabó, de nuevo entre llamas.
Con puntualidad británica, el cohete se elevó con los 33 motores Raptor de la etapa SuperHeavy encendidos. A los 3 minutos 40 segundos se separó de la etapa superior, Starship, sin aparentes problemas. Sin embargo, pocos minutos después, los ingenieros de SpaceX confirmaban que en esta ocasión no se podría ver la ‘caza’ de SuperHeavy en la base Mechazilla, como en la anterior prueba. La compañía ya había advertido que serían más estrictos con la decisión de utilizar las instalaciones de recepción sobre la plataforma marítima -resolución que se toma una vez las dos etapas se separan-. SuperHeavy finalmente amerizaba en el océano Índico, explotando después de caer al agua, quedando uno de los tanques flotando en el agua.
Mientras todo esto ocurría, Starship seguía su camino durante una hora más en una trayectoria parabólica cuyo final estaba marcado sobre el océano Índico, cerca de las costas de Australia. Pasada la media hora de vuelo, Starship consiguió encender uno de sus Raptor en el espacio, lo que le permitirá, en teoría, realizar vuelos orbitales en las próximas pruebas. En su interior, una banana como carga mostraba la gravedad cero. Rozando la hora, el cohete empezó a descender, mostrando en directo la reentrada atmosférica, que por primera vez se hacía de día. Después de regalar unas vistas de lujo del cohete descendiendo sobre el mar, finalmente la Starship acababa envuelta en llamas flotando sobre el Índico.
Las pruebas anteriores
Elon Musk está acostumbrado a las detonaciones y las llamas. Si bien SpaceX lleva años testando por separado ambas etapas (la mitad de ellas con explosivos resultados), hubo que esperar hasta abril del pasado año para ver volar por primera vez a Starship integrado. Sin embargo, la aventura duró poco: a los tres minutos del despegue, y tras fracasar en el intento de separar ambas etapas, el cohete acabó autodestruyéndose por seguridad tras rotar descontrolado varios segundos.
En noviembre tuvo lugar la segunda intentona. En esta ocasión, las dos etapas se separaron con éxito, pero unos minutos después tanto Starship como SuperHeavy acabaron envueltos en llamas. El tercer intento fue mucho mejor: la separación de las etapas se llevó a cabo correctamente y tanto SuperHeavy como Starship continuaron sus caminos como estaba previsto. El problema llegó con el amerizaje y la reentrada, porque SuperHeavy, si bien se colocó en la posición correcta, en el último momento acabó cayendo de forma descontrolada. Starship, por su parte, si bien en un primer momento se puso en posición vertical tal y como estaba previsto, durante la reentrada se pudo observar cómo osciló en una trayectoria sin control.
La cuarta prueba realizada en junio dio un paso más allá y consiguió que ambas etapas realizaran un regreso controlado, si bien hubo que esperar hasta el quinto y hasta ahora último intento para ver a Superheavy ser atrapado por los brazos robóticos de la plataforma marítima en un exitoso vuelo (si bien una fuga de metano acabó con un espectáculo con más llamas de lo demás).
Qué esperar en el futuro
El objetivo es que Starship sea un lanzador totalmente reutilizable que pueda ser utilizado en varios lanzamientos. De hecho, esta será la última vez que veamos este modelo de cohete: la siguiente versión que se probará el las próximas pruebas, incluirá cambios, como la eliminación de la pieza que ahora protege SuperHeavy del encendido de Starship (y que no es reutilizable) o un nuevo escudo térmico.
Starship será el cohete que lleve a la próxima tripulación de astronautas de la NASA a pisar la Luna de nuevo, concretamente en la misión Artemis 3, prevista para despegar en septiembre de 2026 (aunque en un principio se había planeado para el próximo año).
No obstante, antes SpaceX deberá probar que no solo es capaz de volar con éxito su Starship en este tipo de pruebas, sino que la etapa superior es capaz de alunizar en nuestro satélite y, después, volver a despegar para regresar la cápsula Orion (en la que viajarán los astronautas) a la Tierra. La idea es que las pruebas se acorten en el tiempo y que veamos lanzamientos cada poco tiempo hasta conseguir llegar septiembre de 2026 con un cohete totalmente operativo.
«Esa es la fecha por la que estamos trabajando. No tenemos ningún obstáculo conocido y hay algunas cosas que se hacen por primera vez, pero tenemos un plan para demostrarlas«, explicó a Spaceflight Now Kent Chojancki, subdirector del programa de Sistema de Aterrizaje Humano (HLS) de la NASA.
Chojancki es el responsable de supervisar los contratos tanto para el desarrollo de Starship como el módulo de aterrizaje lunar de Blue Origin, Blue Moon, que se utilizará en la misión Artemis 5, ya que la agencia espacial estadounidense no quiere poner todos los huevos en la misma cesta y ha optado por diversificar sus contratistas, como ya hiciera con las naves que envían actualmente a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS).
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