Ignorando los placeres que proporciona el masoquismo soy incapaz de entenderlo. Y como los niños, quiero todo lo bueno aquí y ahora. Cuando la televisión de pago comenzó a exhibir a principios de siglo las añoradas y maravillosas series de HBO, también de otras arriesgadas productoras, me negaba a ver un capítulo por semana. Esperaba con ansia y paciencia ilimitadas a que apareciera la temporada completa en DVD y posterior Blu-ray. Y aquello era una fiesta. No soporto ver troceado lo que amo. Con las ficciones malas me bastan 20 minutos para despedirme de ellas a no ser que tenga la obligación profesional de sufrirlas hasta el final. Ahora impera en determinadas plataformas lo de exhibir troceadas las series. Es una falta de respeto al consumidor, que además paga por ellas. Imagino que lo hacen por criterios comerciales o imaginando que tendrán mayor audiencia. Pero supone un fastidio irritante.
Han existido series esplendorosas en su arranque que luego se desploman de forma lamentablemente. Le ocurrió a ‘True Detective’
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Han existido series esplendorosas en su arranque que luego se desploman de forma lamentablemente. Le ocurrió a ‘True Detective’


Ignorando los placeres que proporciona el masoquismo soy incapaz de entenderlo. Y como los niños, quiero todo lo bueno aquí y ahora. Cuando la televisión de pago comenzó a exhibir a principios de siglo las añoradas y maravillosas series de HBO, también de otras arriesgadas productoras, me negaba a ver un capítulo por semana. Esperaba con ansia y paciencia ilimitadas a que apareciera la temporada completa en DVD y posterior Blu-ray. Y aquello era una fiesta. No soporto ver troceado lo que amo. Con las ficciones malas me bastan 20 minutos para despedirme de ellas a no ser que tenga la obligación profesional de sufrirlas hasta el final. Ahora impera en determinadas plataformas lo de exhibir troceadas las series. Es una falta de respeto al consumidor, que además paga por ellas. Imagino que lo hacen por criterios comerciales o imaginando que tendrán mayor audiencia. Pero supone un fastidio irritante.
Han existido series esplendorosas en su arranque que luego se desploman de forma lamentable. Pocas afortunadamente. Le ocurrió a True Detective. La primera temporada era estremecedora. Pocas veces el mal ha dado tanto miedo. Ocurría en las marismas de Luisiana. El diablo se cebaba con los niños y la gente más desprotegida. Dos policías, uno con familia feliz se esforzaba con su afición a la botella y a las señoras en destrozar esa estabilidad. El otro era un nihilista puro y duro, carne de suicidio, atormentado, malviviendo con su soledad, pero también con un sentido de la justicia incomparable, obsesionado en guerrear contra las tinieblas, inolvidablemente interpretado por Matthew McConaughey. Sorprendentemente, el encanto tenebroso había desaparecido en la segunda y en la tercera temporadas. Y la cuarta, protagonizada por una actriz tan insigne como Jodie Foster, era un completo desastre. Eso sí, empoderado, inclusivo, y no sé cuántas y oportunistas cosas más.
Confiando en sus orígenes y a pesar de que la ofrezcan troceada, me asomo a los cuatro primeros capítulos de The White Lotus(en Max). Lo hago por la admiración que me provocaron las dos temporadas anteriores. Sus guiones eran muy sólidos, abarrotados de sarcasmo, mala leche, surrealismo, situaciones y personajes que desprendían gracia. Se desarrollaban en hoteles espectaculares de Hawái y Taormina. La tercera temporada ocurre en Tailandia y debe haberla financiado algún Ministerio de Turismo. Me agoto con tanta salidas y puestas de sol en ese hotel tan hermoso, de monitos saltando por las ramas de los árboles. Al grupo de turistas que se han desplazado allí no les pillo el encanto. Tampoco a los nativos que trabajan en el hotel. Todo pretende ser burlón y enigmático, pero está narrado con mediocridad, sin capacidad de sorpresa. Los planos son repetitivos, la musiquilla tediosa. Como en las anteriores, sé que habrá un muerto, pero me da igual su identidad. Siguen explotando una fórmula que funcionó muy bien pero ahora lo hacen de forma rutinaria. El encanto se ha esfumado. Creo que me voy a perder el desenlace. Ninguna pena por mi parte.
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