Nuevo entrenador, nuevos jugadores, nuevo torneo y nueva camiseta. Y los mismos viejos problemas. El curso 25/26 del Real Madrid de Xabi Alonso quedó desprecintado en Miami, como un producto recién salido del envoltorio: brillante, prometedor, pero aún con ese olor a novedad que no desaparece tras los primeros usos. El escenario fue el Hard Rock Stadium de Miami, donde no huele a fútbol, sino a espectáculo; y el rival, el Al Hilal saudí, un club que parece ensamblado por casting, como el reparto de una entrega de una superproducción de Hollywood que mezcla estrellas crepusculares y actores de futuro incierto. Y, sin embargo, durante no pocos minutos del encuentro, fueron ellos quienes pusieron el fútbol. Dirigidos, por cierto, por otro recién llegado: Simone InzaghiXabi Alonso debutó en medio de una emboscada: calor húmedo, ritmo bajo, rivales sueltos y una plantilla aún por definir. Por momentos, todo recordaba a Vietnam o, peor aún, a las ligas perdidas en Tenerife, que para el madridismo es lo mismo. Su Madrid, aún en construcción, pareció comprender que no se trataba de gustar, sino de empezar. Y eso hizo: empezó. Sin brillo y con más preguntas que certezas. Pero empezó, que ya es bastante.Persisten algunas de las dudas que hicieron zozobrar la nave blanca la temporada pasada: penaltis fallados, Fran García tan voluntarioso como errático, Lucas Vázquez cometiendo errores de bulto en zonas donde no te los puedes permitir, Tchouaméni subiendo y bajando cual persiana y Bellingham lejos del área como un náufrago sin bengala. Ayer el inglés pareció un móvil que se ha quedado demasiado tiempo expuesto al sol y se bloquea antes de entrar en autocombustión espontánea. Y, mientras tanto, el Madrid juega con futbolistas que no van a estar y sin los que deberían estar ya. Un equipo en tierra de nadie: con nombres que esperan una salida sin maletas, y otros que aún no han aterrizado pero ya flotan sobre el sistema como ausencias presentes. Así es difícil ensayar nada. Todo es provisional. Todo es «ya veremos». Todo es trabajo en curso.Este Madrid aún está por hacerse. Tiene piezas, pero no estructura. Tiene intención, pero no automatismos. Tiene a Xabi Alonso en el banquillo, que no es poco: una presencia que impone respeto y orden. Queda torneo, queda verano, queda mercado. El Madrid 25/26 es un borrador, un proyecto que necesita encontrar una personalidad. Nuevo entrenador, nuevos jugadores, nuevo torneo y nueva camiseta. Y los mismos viejos problemas. El curso 25/26 del Real Madrid de Xabi Alonso quedó desprecintado en Miami, como un producto recién salido del envoltorio: brillante, prometedor, pero aún con ese olor a novedad que no desaparece tras los primeros usos. El escenario fue el Hard Rock Stadium de Miami, donde no huele a fútbol, sino a espectáculo; y el rival, el Al Hilal saudí, un club que parece ensamblado por casting, como el reparto de una entrega de una superproducción de Hollywood que mezcla estrellas crepusculares y actores de futuro incierto. Y, sin embargo, durante no pocos minutos del encuentro, fueron ellos quienes pusieron el fútbol. Dirigidos, por cierto, por otro recién llegado: Simone InzaghiXabi Alonso debutó en medio de una emboscada: calor húmedo, ritmo bajo, rivales sueltos y una plantilla aún por definir. Por momentos, todo recordaba a Vietnam o, peor aún, a las ligas perdidas en Tenerife, que para el madridismo es lo mismo. Su Madrid, aún en construcción, pareció comprender que no se trataba de gustar, sino de empezar. Y eso hizo: empezó. Sin brillo y con más preguntas que certezas. Pero empezó, que ya es bastante.Persisten algunas de las dudas que hicieron zozobrar la nave blanca la temporada pasada: penaltis fallados, Fran García tan voluntarioso como errático, Lucas Vázquez cometiendo errores de bulto en zonas donde no te los puedes permitir, Tchouaméni subiendo y bajando cual persiana y Bellingham lejos del área como un náufrago sin bengala. Ayer el inglés pareció un móvil que se ha quedado demasiado tiempo expuesto al sol y se bloquea antes de entrar en autocombustión espontánea. Y, mientras tanto, el Madrid juega con futbolistas que no van a estar y sin los que deberían estar ya. Un equipo en tierra de nadie: con nombres que esperan una salida sin maletas, y otros que aún no han aterrizado pero ya flotan sobre el sistema como ausencias presentes. Así es difícil ensayar nada. Todo es provisional. Todo es «ya veremos». Todo es trabajo en curso.Este Madrid aún está por hacerse. Tiene piezas, pero no estructura. Tiene intención, pero no automatismos. Tiene a Xabi Alonso en el banquillo, que no es poco: una presencia que impone respeto y orden. Queda torneo, queda verano, queda mercado. El Madrid 25/26 es un borrador, un proyecto que necesita encontrar una personalidad.
ESBOZOS Y RASGUÑOS
Xabi Alonso debutó en medio de una emboscada: calor húmedo, ritmo bajo, rivales sueltos y una plantilla aún por definir
Nuevo entrenador, nuevos jugadores, nuevo torneo y nueva camiseta. Y los mismos viejos problemas. El curso 25/26 del Real Madrid de Xabi Alonso quedó desprecintado en Miami, como un producto recién salido del envoltorio: brillante, prometedor, pero aún con ese olor a novedad que … no desaparece tras los primeros usos. El escenario fue el Hard Rock Stadium de Miami, donde no huele a fútbol, sino a espectáculo; y el rival, el Al Hilal saudí, un club que parece ensamblado por casting, como el reparto de una entrega de una superproducción de Hollywood que mezcla estrellas crepusculares y actores de futuro incierto. Y, sin embargo, durante no pocos minutos del encuentro, fueron ellos quienes pusieron el fútbol. Dirigidos, por cierto, por otro recién llegado: Simone Inzaghi
Xabi Alonso debutó en medio de una emboscada: calor húmedo, ritmo bajo, rivales sueltos y una plantilla aún por definir. Por momentos, todo recordaba a Vietnam o, peor aún, a las ligas perdidas en Tenerife, que para el madridismo es lo mismo. Su Madrid, aún en construcción, pareció comprender que no se trataba de gustar, sino de empezar. Y eso hizo: empezó. Sin brillo y con más preguntas que certezas. Pero empezó, que ya es bastante.
Persisten algunas de las dudas que hicieron zozobrar la nave blanca la temporada pasada: penaltis fallados, Fran García tan voluntarioso como errático, Lucas Vázquez cometiendo errores de bulto en zonas donde no te los puedes permitir, Tchouaméni subiendo y bajando cual persiana y Bellingham lejos del área como un náufrago sin bengala. Ayer el inglés pareció un móvil que se ha quedado demasiado tiempo expuesto al sol y se bloquea antes de entrar en autocombustión espontánea.
Y, mientras tanto, el Madrid juega con futbolistas que no van a estar y sin los que deberían estar ya. Un equipo en tierra de nadie: con nombres que esperan una salida sin maletas, y otros que aún no han aterrizado pero ya flotan sobre el sistema como ausencias presentes. Así es difícil ensayar nada. Todo es provisional. Todo es «ya veremos». Todo es trabajo en curso.
Este Madrid aún está por hacerse. Tiene piezas, pero no estructura. Tiene intención, pero no automatismos. Tiene a Xabi Alonso en el banquillo, que no es poco: una presencia que impone respeto y orden. Queda torneo, queda verano, queda mercado. El Madrid 25/26 es un borrador, un proyecto que necesita encontrar una personalidad.
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