Tres interrogantes y una anécdota de las elecciones alemanas

 Leer  Leer  

Si la pregunta de la semana pasada era ‘¿Tiene un plan Donald Trump?’, la de estos días es ‘¿Puede ser un gran líder (alemán y europeo) Friedrich Merz, el candidato conservador favorito en las encuestas a ocupar el sillón de la Cancillería?’. Esta cuestión nos lleva a otras, así como a recordar anécdotas pasadas que ayudan a arrojar luz sobre las cruciales elecciones que se celebran este domingo en Alemania.

La campaña ha sido corta, pero dura e inusual desde el principio. Los comicios germanos tienen lugar en otoño; son un clásico de septiembre u octubre, pero ya todo empezó a ser distinto cuando se tuvieron que fijar para invierno, a finales de febrero, coincidiendo con dos eventos que siempre acontecen en la República Federal en estas fechas: la Berlinale, el mítico festival de cine donde las estrellas se pasean por la alfombra roja bajo copos de nieve, y la Conferencia de Seguridad de Múnich, el foro donde desde hace 60 años los primeros espadas de la política internacional se reúnen para debatir sobre la actualidad. La Conferencia de la capital bávara saltó por los aires con la carga en forma de mensaje destructivo para Europa que la Administración Trump detonó de manera calculada en el corazón del Viejo Continente.

Mientras Berlín y Bruselas se lamen las heridas, unos 60 millones de germanos están convocados a abrigarse bien para ir, aunque sea en trineo (como muchas veces llevan a sus hijos al colegio), hasta las urnas desplegadas por los 16 Estados federados o Länder (omitimos claramente al que los alemanes llaman con cariño su 17º Land: Mallorca).

Economía e inmigración. La economía no es un debate sorpresa en un país donde a sus ciudadanos siempre, siempre, les ha preocupado mucho cómo de lleno está su bolsillo. El país está sumergido en una crisis, perdiendo puntos en una Liga de crecimiento y competitividad donde año tras año han sido los Campeones gracias a sus potentes industrias. Respecto a la inmigración, ésta va de la mano de la seguridad con la narrativa impuesta por la AfD (Alternativa para Alemania), el partido ultraderechista con un 20% en los sondeos hasta ayer, que se espera ocupe un segundo lugar hoy (aunque de seguro no gobernará).

La formación democristiana de Friedrich Merz (CDU) se ha volcado también en lo que una gran mayoría de alemanes califica abiertamente de problema: hemos dado la bienvenida a millones de refugiados en la última década (desde afganos y sirios hasta ucranianos) y el sistema empieza a colapsar; por no hablar de los recientes ataques con cuchillo o atropellamientos cometidos por inmigrantes. Son ya cinco atentados en los últimos nueve meses con víctimas mortales que remueven mucho las entrañas de los electores: una madre de 37 años y su hija de dos, un hombre de 41 y otro niño de dos…

El partido liderado por la ultra Alice Weidel sabe canalizar este intenso malestar e inquietud con promesas firmes de cerrar las fronteras para frenar la migración, pero abrirlas a su vez de par en par para deportar.

Incidimos en la pregunta inicial de este texto. En un país y en un continente ávidos de un líder que tome con firmeza las riendas para sortear y culminar con éxito las actuales encrucijadas, todas las miradas se posan sobre el candidato de la CDU de 69 años destinado a alzarse en las próximas horas como canciller.

Si somos optimistas (algo muy necesario en estos tiempos que corren), podemos aspirar y suspirar por que Merz tenga un desarrollo similar al que gozó en su día su rival interna: Angela Merkel. Cuando la conservadora germana se presentó a las elecciones de 2005, múltiples eran las burlas que se volcaban sobre ella, incluida su manera de vestir con sus eternos y desgastados pantalones negros. Para muchos seguía siendo Das Mädchen, la chica, como la llamaba su mentor, el mismísimo Helmut Kohl. Pero si la chica fue capaz de tumbar al ex canciller democristiano que la aupó con sólo publicar una carta contra él en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, también supo derrotar en las urnas al inflexible socialdemócrata Gerhard Schröder.

Merkel estuvo 16 años en el poder, fue bautizada como Mamá Europa y tras su marcha en 2021 se habló de fin de una era. Ahora, muchos cruzan los dedos para que con Merz estemos al inicio de otra.

De esta forma se conoce al debate televisivo que los líderes de los partidos políticos alemanes que han competido entre sí celebran la misma jornada electoral por la noche. Se ha visto y escuchado de todo en las diferentes rondas de elefantes, pero pocos olvidan la del mencionado año 2005 con el canciller Schröder. El socialdemócrata montó tal show que hizo correr ríos de tinta al día siguiente en la prensa teutona, llegando incluso a publicarse que el candidato del SPD podía haber acudido a la cita borracho.

Alemania, la suerte está echada.

 Internacional // elmundo

Noticias Similares