El presidente, que en 2000 casi se presenta como candidato independiente, arremete contra la idea de que el hombre más rico del mundo pueda crear una nueva formación política que se enfrente al republicano y al demócrata: «Sólo sirven para crear una completa y total DISRUPCIÓN y CAOS» Leer El presidente, que en 2000 casi se presenta como candidato independiente, arremete contra la idea de que el hombre más rico del mundo pueda crear una nueva formación política que se enfrente al republicano y al demócrata: «Sólo sirven para crear una completa y total DISRUPCIÓN y CAOS» Leer
El presidente de Estados Unidos está furioso con su ex amigo, ex colaborador y ex patrocinador Elon Musk. La ruptura entre ambos está siendo mucho más larga, agria y dañina de esperado por la Casa Blanca. Musk no es capaz de controlarse y un día ataca brutalmente a Donald Trump y, después, ya sereno y consciente del peligro de desafiar al presidente más poderoso y vengativo, pide perdón, se disculpa y baja la cabeza. Pero sólo para volver con más fuerza poco después. Este fin de semana, a rebufo de la aprobación en el Congreso de la Big Beautiful Bill, la ley fiscal de Trump, el hombre más rico del mundo ha reactivado su maquinaria online, no sólo para criticar un proyecto que disparará el déficit público y «esclavizará a las próximas generaciones», sino para amenazar con la creación de un tercer partido político, que rompa el monopolio de demócratas y republicanos. Una línea roja que Trump no va a permitirle cruzar de nuevo. «El Partido América es necesario para luchar contra el Partido Unitario Republicano / Demócrata«, ha tuiteado una y otra vez este fin de semana. «Apoyar a un candidato a la Presidencia no está descartado, pero en los próximos 12 meses la prioridad serán la Cámara de Representantes y el Senado«, añadió.
«Es ridículo. Me entristece ver a Elon Musk perder el control por completo, convirtiéndose en un desastre en las últimas cinco semanas», ha escrito en su red social el presidente. «Incluso quiere fundar un tercer partido político, a pesar de que nunca han tenido éxito en Estados Unidos; el sistema parece no estar diseñado para ellos. Los terceros partidos solo sirven para crear una completa y total DISRUPCIÓN y CAOS, y ya tenemos suficiente con los demócratas de izquierda radical, que han perdido la confianza y la cabeza», añadió el domingo por la noche. Unas palabras que resultan especialmente llamativas cuando las pronuncia el hombre que hace un cuarto de siglo estuvo a dos pasos de intentar romper el bipartidismo poniéndose al frente del Partido Reformista, la única formación que ha tenido alguna posibilidad en el último siglo de llegar al poder a nivel nacional.
A finales del año 1999, un multimillonario neoyorkino, rey del ladrillo y los hoteles, con una enorme pegada mediática y un estilo extravagante, dedicó una cantidad importante de su tiempo y su dinero a explorar la posibilidad de convertirse en presidente de Estados Unidos. No era la primera vez que la idea le pasaba por la cabeza. Lo contempló en 1988, cuando Ronald Reagan estaba a punto de jubilarse y la sucesión estaba abierta, pero pensó que no era el momento. Una década después, la opción de un promotor de la jet set, escritor de libros de autoayuda y emprendimiento pudiera llegar a la Casa Blanca, seguía siendo excéntrica. Pero los tiempos estaban cambiando. La estrella de la lucha libre Jesse Ventura era gobernador en Minnesota, y poco después Arnold Schwarzenegger se convertiría en gobernador de California. Así que parecía abrirse una ventana y como ha demostrado el tiempo, nadie ha tenido mayor olfato político en las últimas décadas que ese millonario, Donald J. Trump.
De la mano de Roger Stone, asesor de toda la vida, Trump contempló muy seriamente la posibilidad de buscar la nominación. Pero no por el Partido Republicano, en el que acabaría aterrizando. Sino en el Partido Reformista, el que surgió de las dos candidaturas presidenciales de otro millonario singular, Ross Perot, en 1992 y 1996. Fallidas al final, si bien en la primera logró un increíble 19% de los votos, el mejor resultado para un independiente en la era moderna. El luchador Ventura había llegado al poder con ellos, y si bien carecían de una estructura equivalente a la de los dos grandes partidos, tenían gracias a su implantación acceso a fondos federales y los papeles para presentarse en casi todos los estados del país.
Trump, obsesionado ya con las encuestas y los ratings, estaba sin embargo a años luz entonces del nacionalismo excluyente y las teorías de la conspiración. Tenía la ambición, aunque no la ideología, y se vio como la mejor opción de ruptura centrista. Alguien contrario al aumento de la deuda pública, pero también reactivo ante los abusos comerciales que veía en las grandes potencias aliadas. «Esto es algo real. Tomaré la decisión en febrero probablemente porque no quiero sacar un 20% de los votos», dijo Trump en enero del año 2000, en referencia a los resultados de Perot. «Si puedo ganar, lo haremos», añadió, diciendo que la presentadora Oprah Winfrey, negra y progresista, sería la candidata perfecta a vicepresidenta.
Poco después, viendo las luchas internas del Partido Reformista, los egos y sin que las cuentas salieran, decidió no seguir adelante. Cuando en las entrevistas posteriores le preguntaron qué había aprendido de esa la experiencia, Trump se sinceró: «He aprendido cómo es la vida de un político. La otra noche, estaba sentado en Mar-a-Lago viendo la televisión, y vi a Gore, en una tarde helada, llamando a una puerta y diciendo: ‘Hola, soy el vicepresidente, me encantaría su voto’. Estaba congelado. Él, McCain y Bush, todos estaban trabajando muy duro. Y me dije: ‘Sabes, esa no es una vida fácil, mientras estaba sentado disfrutando de los 24 grados de Florida. Ese mismo día, en televisión, Trump dijo que no descartaba en absoluto un nuevo intento en el futuro, pero de hacerlo, explicó, sería cómo candidato de uno de los grandes partidos. Cualquiera de los dos.
«Los republicanos son una máquina que funciona a la perfección, y acaban de aprobar el proyecto de ley más grande de su tipo en la historia de nuestro país. Es un gran proyecto de ley, pero, por desgracia para Elon, elimina el ridículo Mandato de Vehículos Eléctricos (VE), que habría obligado a todos a comprar un coche eléctrico en poco tiempo. Me he opuesto firmemente a eso desde el principio. Ahora la gente puede comprar lo que quiera: vehículos de gasolina, híbridos (que están teniendo mucho éxito) o nuevas tecnologías a medida que surjan. Se acabó el Mandato de VE. Llevo dos años haciendo campaña sobre esto y, sinceramente, cuando Elon me dio su apoyo total e incondicional, le pregunté si sabía que iba a terminar con el Mandato. Lo dije en cada discurso y conversación que tuve. Dijo que no tenía ningún problema», ha insistido en su mensaje el presidente, acusando a Musk de esta vendetta por su enfado después de que la Casa Blanca rechazara a su candidato para dirigir la NASA. «Elon pidió que uno de sus amigos cercanos dirigiera la NASA y, aunque su amigo me pareció muy bueno, me sorprendió saber que era un demócrata de pura cepa, que nunca antes había contribuido a un republicano. Probablemente Elon también lo era», le ha reprochado.
El hombre más rico del mundo está jugando con fuego una vez más. Aunque la semana pasada escribió en X, su enorme plataforma social, que se iba a «contener» aunque era «muy tentador» ir al choque con el presidente, en las últimas 48 horas está provocando, llevando al límite su desafío. Asegura que el tercer Partido, el Americano, va a ser creado o que ya lo ha sido, pero nadie tiene constancia de ningún movimiento oficial. No es nada sencillo, no es barato y algo así requiere un esfuerzo a nivel nacional muy complicado. Pero Musk juega con la idea en su red social sabiendo que tiene mucha repercusión.
También sus velados ataques personales. Las dos cosas que más hirieron a Trump el mes pasado fueron la amenaza de un tercer partido y la acusación brutal de que su Gobierno está bloqueando la publicación de los llamados papeles de Epstein, conocidos así por el financiero acusado de abuso de menores Jeffrey Epstein, porque «Trump está en esa lista», según escribió Musk. Posteriormente borró el tuit y admitió que se había excedido. Pero ahora ha vuelto a insistir. No habla del presidente, pero ha difundido numerosos mensajes en los que critica a la Administración por no publicar esos famosos papeles, una obsesión y conspiración recurrente del universo MAGA durante los años de Joe Biden en el poder.
«¿Qué hora es? ¡Mira, otra vez es la hora de que nadie haya sido arrestado!», escribió en un juego de palabras junto a una foto de un «contador de arrestos de pedófilos» a cero. En otro tuit, un meme con cuatro imágenes de un payaso maquillándose junto a un texto que viene a decir que el Gobierno se está riendo en la cara de los ciudadanos diciendo que esos papeles no existen o no son importantes, porque algo tienen que ocultar.
La respuesta del universo MAGA no se ha hecho esperar. Los principales fieles del presidente ahora minimizan la importancia de esos documentos, afirmando que si de verdad Trump saliera en ellos, domo sugiere Musk, Joe Biden los hubiera publicado hace mucho para truncar su carrera política. Otros, como el gurú de la Alt Right Steve Bannon, han ido más lejos, diciendo que Musk no puede crear un Partido Americano porque «no es americano, es sudafricano» y pidiendo que se investiguen los papeles con los que logró la nacionalidad, asegurando que probablemente haya suficiente para deportarlo del país.
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