El extinto bar Matías, frente al Ramón Sánchez-Pizjuán, fue durante años una extensión de la sala de reuniones de la junta directiva del Sevilla Fútbol Club. Lugar de visita obligado para la «canalla» periodística, al encuentro de la otra «canalla», la futbolística. En cierta ocasión, cervezas por medio, Luis Cuervas se ufanaba de la genialidad de uno de sus arbotantes más señeros, José María Cruz padre, capaz de convertir un balance negativo en otro golosamente positivo, merced a esa ingeniería financiera que, sin recurrir a la ilegalidad, permite multiplicar y, lo que es más milagroso, transformar, los panes en peces. No sé quién es ahora el «ingeniero» encargado de los números, pero en las últimas juntas lo que se presume ruina económica se presenta como una pringá de deuda.El cambio de orientación de la veleta americana ha convertido los últimos cónclaves de accionistas en un Día de la Marmota. En la del lunes pasado, cansado de estar cansado, ni siquiera Benavente se mostró combativo con Carrasco, ambos José María, tocayos. El ex presidente ha arrojado la toalla de verse de nuevo al frente del club, el actual no parece que pueda ni quiera eternizarse y el hombre fuerte del momento, el secretario del Consejo, Alberto Pérez-Solano, presente en la sala y en otros sitios, permaneció en la sombra en la que según algunos negocia la venta del club y, según otros, la tiene cerrada. Casa mal lo primero y segundo con la afirmación del ostentador de 40.000 acciones de no saber nada de ello. O Pedro Sánchez está creando escuela y ya nadie se entera de nada o, lo que sería probable, va a ser una víctima colateral de los hechos consumados. Víctima, pero supermillonaria, que ya quisieran muchos estar tan compungidos.Y mientras, el equipo tiene este miércoles compromiso copero. Hay voces que alientan ir a Vitoria de paseo en «modo Imserso», pensando en la conveniencia de centrarse sólo en la Liga. Mejor sería, sin embargo, pelear hoy y dejar el tour para el Bernabéu, donde hasta con uniforme de gala en la alineación hubo históricamente desbandadas. El extinto bar Matías, frente al Ramón Sánchez-Pizjuán, fue durante años una extensión de la sala de reuniones de la junta directiva del Sevilla Fútbol Club. Lugar de visita obligado para la «canalla» periodística, al encuentro de la otra «canalla», la futbolística. En cierta ocasión, cervezas por medio, Luis Cuervas se ufanaba de la genialidad de uno de sus arbotantes más señeros, José María Cruz padre, capaz de convertir un balance negativo en otro golosamente positivo, merced a esa ingeniería financiera que, sin recurrir a la ilegalidad, permite multiplicar y, lo que es más milagroso, transformar, los panes en peces. No sé quién es ahora el «ingeniero» encargado de los números, pero en las últimas juntas lo que se presume ruina económica se presenta como una pringá de deuda.El cambio de orientación de la veleta americana ha convertido los últimos cónclaves de accionistas en un Día de la Marmota. En la del lunes pasado, cansado de estar cansado, ni siquiera Benavente se mostró combativo con Carrasco, ambos José María, tocayos. El ex presidente ha arrojado la toalla de verse de nuevo al frente del club, el actual no parece que pueda ni quiera eternizarse y el hombre fuerte del momento, el secretario del Consejo, Alberto Pérez-Solano, presente en la sala y en otros sitios, permaneció en la sombra en la que según algunos negocia la venta del club y, según otros, la tiene cerrada. Casa mal lo primero y segundo con la afirmación del ostentador de 40.000 acciones de no saber nada de ello. O Pedro Sánchez está creando escuela y ya nadie se entera de nada o, lo que sería probable, va a ser una víctima colateral de los hechos consumados. Víctima, pero supermillonaria, que ya quisieran muchos estar tan compungidos.Y mientras, el equipo tiene este miércoles compromiso copero. Hay voces que alientan ir a Vitoria de paseo en «modo Imserso», pensando en la conveniencia de centrarse sólo en la Liga. Mejor sería, sin embargo, pelear hoy y dejar el tour para el Bernabéu, donde hasta con uniforme de gala en la alineación hubo históricamente desbandadas.
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