Alberto Núñez Feijóo acaba de firmar una de esas frases que quedarán en la memoria colectiva por su gran aportación a la sabiduría nacional: “Las vacaciones están sobrevaloradas”, dijo en su rueda de prensa final antes del cierre de agosto. Inmediatamente, nos vinieron a la cabeza otras grandes contribuciones: aquel “estamos trabajando en ello” de un José María Aznar con acento tejano, el “son las cinco y no he comido” de Pedro Sánchez o, en un orden muy, muy superior, el “cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo”, de Mariano Rajoy. En esta dimensión concreta, el último presidente del Gobierno del PP fue el mejor: qué nostalgia de aquellos “muy españoles y mucho españoles”, del “nos suben hasta el IVA de los chuches” o del inolvidable “es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”. El pensamiento político y el alto perfil de los gobernantes no serían hoy lo que son si no hubiéramos pasado por tan insignes escalones.
El PP dedicará el verano a hacer listas de leyes sanchistas para derogar, como si no hubiera tenido ya tiempo
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El PP dedicará el verano a hacer listas de leyes sanchistas para derogar, como si no hubiera tenido ya tiempo


Alberto Núñez Feijóo acaba de firmar una de esas frases que quedarán en la memoria colectiva por su gran aportación a la sabiduría nacional: “Las vacaciones están sobrevaloradas”, dijo en su rueda de prensa final antes del cierre de agosto. Inmediatamente, nos vinieron a la cabeza otras grandes contribuciones: aquel “estamos trabajando en ello” de un José María Aznar con acento tejano, el “son las cinco y no he comido” de Pedro Sánchez o, en un orden muy, muy superior, el “cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo”, de Mariano Rajoy. En esta dimensión concreta, el último presidente del Gobierno del PP fue el mejor: qué nostalgia de aquellos “muy españoles y mucho españoles”, del “nos suben hasta el IVA de los chuches” o del inolvidable “es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”. El pensamiento político y el alto perfil de los gobernantes no serían hoy lo que son si no hubiéramos pasado por tan insignes escalones.
Pero detengámonos un momento en la frase de Feijóo que, sin llegarle a los tobillos a Rajoy en términos de legado verbal, sí nos aporta un anzuelo que aquí y ahora, en este 2 de agosto, nos conviene morder. “Las vacaciones están sobrevaloradas”. Veamos.
El chascarrillo volvió a hacer aflorar ―de la mano de Rufián― las vacaciones del propio Feijóo con el narco Marcial Dorado con la cremita a la espalda. Pero en realidad esto va a dar mucho más de sí. El líder de la oposición ha anunciado que su equipo dedicará el verano a elaborar dos listas que nos enseñará en septiembre: una de leyes sanchistas para derogar y otra de las que quiere sustituir. Dos años de oposición no le han dado tiempo suficiente para tenerlas preparadas, por lo que el PP se aplicará a ello con esmero antes de la rentrée. De sus propias leyes, de sus propios proyectos que no pasen por derribar el sanchismo, seguimos sin tener ni idea.
La Moncloa, por su parte, se esmera en su propio plan de resistencia, fiscal general incluido. Demoler o sobrevivir son las opciones que luchan por inclinar el peso en la balanza y que van a romper el fiel en una dinámica en la que todos se anulan entre sí.
Consejo: vivamos, pues, las vacaciones con ganas, porque si vamos a malgastarlas en derribar o resistir, y no en construir, lo que estará sobrevalorada es la política. ¿Y la europea?, que diría Rajoy. Pues terrorífica, visto el silencio cómplice ante el genocidio en Gaza. Y fin de la cita.
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Sobre la firma

Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por ‘El sueño de la razón’, su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
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