Warren Buffett, el inversor más famoso del mundo, presidente y consejero delegado de Berkshire Hathaway, ha lanzado este lunes una proclama en favor de la filantropía y en contra de perpetuar una “dinastía” con la riqueza que ha amasado. “Muy pronto tuve la confianza de que llegaría a ser rico”, dice Buffett, que tiene una fortuna de unos 150.000 millones de dólares (unos 133.000 millones de euros). Él mismo ha ido donando buena parte de la misma, pero dejará a sus hijos el encargo de repartir todo lo que puedan a causas benéficas. El inversor, que cada dos años retoca su testamento, ha anunciado que nombra además a tres fideicomisarios para que reemplacen a sus hijos en esa función si es necesario.
El presidente de Berkshire Hathaway designa tres fideicomisarios para que administren su legado filantrópico después de sus hijos
Warren Buffett, el inversor más famoso del mundo, presidente y consejero delegado de Berkshire Hathaway, ha lanzado este lunes una proclama en favor de la filantropía y en contra de perpetuar una “dinastía” con la riqueza que ha amasado. “Muy pronto tuve la confianza de que llegaría a ser rico”, dice Buffett, que tiene una fortuna de unos 150.000 millones de dólares (unos 133.000 millones de euros). Él mismo ha ido donando buena parte de la misma, pero dejará a sus hijos el encargo de repartir todo lo que puedan a causas benéficas. El inversor, que cada dos años retoca su testamento, ha anunciado que nombra además a tres fideicomisarios para que reemplacen a sus hijos en esa función si es necesario.
Buffett ha publicado una amplia carta con ocasión de la entrega de acciones de Berkshire Hathaway valoradas en unos 1.150 millones de dólares (cerca de 1.100 millones de euros) a varias fundaciones de la familia. Entrega 1,5 millones de acciones a la Fundación Susan Thompson Buffett, llamada así por su difunta esposa, y 300.000 a la Sherwood Foundation, la Howard G. Buffett Foundation y la NoVo Foundation, las fundaciones de sus hijos: Susan, Howard y Peter.
Con ello, su participación en Berkshire Hathaway se sitúa en 206.363 acciones de clase A, valoradas en 148.000 millones de dólares. Buffett asumió en 2006 un compromiso, que luego amplió en 2010, de donar en vida o dejar en herencia el grueso de su fortuna. Desde 2006, ha entregado el 56,6% de sus acciones de Berkshire.
En su carta, Buffett, de 94 años, recuerda que durante décadas pensó que su mujer le sobreviviría y se encargaría de repartir su fortuna. Ella, sin embargo, murió en 2004, dejando un patrimonio de 3.000 millones de dólares, del que el 96% fue a parar a su fundación. Además, dejó 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos, la primera gran donación que les hacían. “Estos legados reflejaban nuestra creencia de que los padres muy ricos deben dejar a sus hijos lo suficiente para que puedan hacer cualquier cosa, pero no lo suficiente para que puedan no hacer nada”, explica Buffett.
La muerte “no tardará en llegar”
El inversor indica que sus hijos han demostrado su capacidad de acometer actividades filantrópicas: “A mi muerte, tendrán la plena responsabilidad de distribuir gradualmente todas mis participaciones en Berkshire. Estas representan ahora el 99,5% de mi patrimonio”, indica.
Buffett dice que, aunque hasta ahora ha tenido mucha suerte, su muerte “no tardará en llegar”. Señala que su larga supervivencia tiene la desventaja de que la esperanza de vida de sus hijos ―que ahora tienen 71, 69 y 66 años― se ha ido reduciendo y no será muy alta cuando él muera. Al tiempo, no parece fiarse de la generación siguiente a sus hijos para que distribuya su riqueza.
“Nunca he deseado crear una dinastía ni seguir ningún plan que se extendiera más allá de los hijos. Conozco bien a los tres y confío plenamente en ellos. Las generaciones futuras son harina de otro costal. ¿Quién puede prever las prioridades, la inteligencia y la fidelidad de las generaciones sucesivas para hacer frente a la distribución de una riqueza extraordinaria en medio de lo que puede ser un panorama filantrópico muy diferente? Aun así, la enorme riqueza que he reunido puede tardar más en desplegarse que lo que vivan mis hijos. Y es probable que las decisiones del mañana las tomen mejor tres cerebros vivos y bien dirigidos que una mano muerta. Por ello, se han designado tres posibles fideicomisarios sucesores. Cada uno de ellos es bien conocido por mis hijos y tiene sentido para todos nosotros. También son algo más jóvenes que mis hijos”, explica en su carta.
Esos sucesores, cuya identidad no facilita, se quedan en una especie de lista de espera por si sus tres hijos no logran distribuir la riqueza de Buffett antes de morir ellos mismos. Para todas las decisiones de donativos de la fundación se necesitará el apoyo unánime de los tres hijos (o de sus sucesores).
Leer el testamento
En su carta, en la que reflexiona sobre su actividad filantrópica, Warren Buffett aconseja a todos los padres que lean su testamento a sus hijos antes de firmarlo y que aclaren las dudas que les surjan o incluso incorporen sus sugerencias, como él ha hecho. “Cambio mi testamento cada dos años ―a menudo solo en aspectos muy menores― y mantengo las cosas claras. A lo largo de los años, Charlie y yo vimos cómo muchas familias se separaban después de que los dictados póstumos del testamento dejaran a los beneficiarios confundidos y, a veces, enfadados. Los celos, junto con los desaires reales o imaginarios durante la infancia, se magnificaban, sobre todo cuando se favorecía a los hijos sobre las hijas, ya fuera de forma monetaria o por puestos de importancia”, explica.
El inversor se declara afortunado de haber nacido en Estados Unidos como varón blanco. Subraya que la discriminación hacia las mujeres siguió tras la promulgación de la 19ª Enmienda en 1920, que les había prometido explícitamente que recibirían el mismo trato que los varones. “Favorecido por mi condición masculina, muy pronto tuve la confianza de que llegaría a ser rico. Pero ni yo ni nadie soñábamos con las fortunas que se han hecho realidad en Estados Unidos en las últimas décadas. Ha sido alucinante, más allá de la imaginación de Ford, Carnegie, Morgan o incluso Rockefeller. Los miles de millones se han convertido en los nuevos millones”, subraya.
“También tengo la suerte de que mi filosofía filantrópica ha sido acogida con entusiasmo ―y ampliada― por mis dos esposas. Ni yo, ni Susie madre, ni Astrid, su sucesora, creíamos en la riqueza dinástica. En cambio, compartíamos la opinión de que la igualdad de oportunidades debía empezar al nacer”, sigue su carta, en la que celebra que numerosos accionistas de Berkshire hayan abrazado también causas filantrópicas.
“Con esta filosofía, he vivido como he querido vivir desde finales de mis 20 años, y ahora he visto a mis hijos crecer y convertirse en buenos y productivos ciudadanos. En muchos casos tienen puntos de vista diferentes a los míos y a los de sus hermanos, pero tienen valores comunes inquebrantables. Susie Jr., Howie y Peter han dedicado mucho más tiempo que yo a ayudar directamente a los demás. Disfrutan de una situación económica desahogada, pero no les preocupa la riqueza. Su madre, de quien aprendieron estos valores, estaría muy orgullosa de ellos. Y yo también”, termina su carta.
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