Es curioso cómo cambia el tiempo la perspectiva de las opiniones. De las malas, claro está. O las que sólo están fundadas en ciertos prejuicios. En ocasiones, ese espacio temporal para ver si era acertada o errónea es minúsculo, casi imperceptible. Se te puede cerrar la boca de forma incontestable en sólo diez minutos, o lo que necesitase el brasileño Antony para meterse a la afición del Betis en su bolsillo de megacrack . Porque nadie puede dudar del nivel de este futbolista si se ha parado ese mismo pedacito de tiempo para verlo competir con la elástica verdiblanca. Derrocha clase, desborde, ingenio y mucha mala uva cuando se acerca a la portería. Sus disparos son pases a la red. Donde no llegan los porteros ni cualquier ser humano que mida menos de dos metros y medio. Nadie. Encima, se le ve en la mirada esas ganas de revancha personal. No ya de taparle la boca a los opinadores de poco criterio, sino a esos que dudaron de su nivel por lo mostrado en Mánchester, dentro de un club gigante que hace tiempo que no se ve los pies para saber qué camino seguir. El zurdo salió de ese aire viciado y ahora respira libremente. Y todavía queda que se suelte un poco más. Que haga esas diabluras que guarda bajo la manga. Ya ha demostrado que cuando acelera es imparable y que el Betis ha encontrado en su figura el secreto de un final de temporada que se ha puesto rumboso.Salvando un poco el pellejo propio, no se alegó que Antony fuese un mal fichaje para el Betis , sino que se trataba de una contratación innecesaria por las variantes que poseía el entrenador en la plantilla, con más urgencia de tapar agujeros en otras demarcaciones. Otra gran mentira de este deporte. Si alguna irresponsabilidad ha cometido el club en enero ha sido la de empeorar la portería , una posición más que clave. Se ha empeñado en mejorar el ataque y sólo con Antony ya lo ha conseguido. Su cesión es una gestión brillante, para empezar, porque el Betis va a disfrutar estos meses de un futbolista que no está a su alcance económico y, posiblemente, deportivo. De esas oportunidades de mercado que aparecen cuando no pones límites a tus aspiraciones o sueños. De ese trabajo realizado en el pasado, con otras grandes figuras, colaborando de cerca en la recuperación de su nivel. Seguro que el brasileño, cuando supo del interés bético, vio rápidamente que en la plantilla había jugadores como Isco y Lo Celso . No son sólo un reclamo en la hierba, también lejos de ella.¿O es que alguien opina que era mejor firmar un tercer lateral izquierdo por encima de un jugador decisivo? Hay posiciones en fútbol de las que se puede prescindir. Que puedes tirar hacia delante sin que sea un drama. Esos errores del pasado verano (por partida doble y posición) no pueden enmendarse unos meses después. Si los tienes disponibles, con una economía que no permite el derroche o el error doble, será tarea del entrenador colocar al menos gravoso para el interés grupal. El Betis apostó a lo grande para firmar a un jugador gigante. Si conseguía enchufarlo, sus aspiraciones en Liga y Europa iban a crecer de manera exponencial. Su contribución ha provocado que todo el equipo se sienta más poderoso. Isco lidera, Jesús regatea y Antony decide . Los tres hacen de todo y para todos. Un Betis que sonríe con tanto mago suelto por la hierba. Lo que podía parecer un antojo o fichaje del Fifa para muchos, se ha convertido en la revelación de la Liga para unos pocos. Unos pocos miles como es la familia bética. Su roja fue producto de enrabietarse por no alcanzar un balón que estaba perdido. No fue una locura pasajera, sino un motivo de estar metido. Involucrado. Integrado y responsabilizado. Y mira que decir que Antony no era lo que necesitaba el Betis… Es curioso cómo cambia el tiempo la perspectiva de las opiniones. De las malas, claro está. O las que sólo están fundadas en ciertos prejuicios. En ocasiones, ese espacio temporal para ver si era acertada o errónea es minúsculo, casi imperceptible. Se te puede cerrar la boca de forma incontestable en sólo diez minutos, o lo que necesitase el brasileño Antony para meterse a la afición del Betis en su bolsillo de megacrack . Porque nadie puede dudar del nivel de este futbolista si se ha parado ese mismo pedacito de tiempo para verlo competir con la elástica verdiblanca. Derrocha clase, desborde, ingenio y mucha mala uva cuando se acerca a la portería. Sus disparos son pases a la red. Donde no llegan los porteros ni cualquier ser humano que mida menos de dos metros y medio. Nadie. Encima, se le ve en la mirada esas ganas de revancha personal. No ya de taparle la boca a los opinadores de poco criterio, sino a esos que dudaron de su nivel por lo mostrado en Mánchester, dentro de un club gigante que hace tiempo que no se ve los pies para saber qué camino seguir. El zurdo salió de ese aire viciado y ahora respira libremente. Y todavía queda que se suelte un poco más. Que haga esas diabluras que guarda bajo la manga. Ya ha demostrado que cuando acelera es imparable y que el Betis ha encontrado en su figura el secreto de un final de temporada que se ha puesto rumboso.Salvando un poco el pellejo propio, no se alegó que Antony fuese un mal fichaje para el Betis , sino que se trataba de una contratación innecesaria por las variantes que poseía el entrenador en la plantilla, con más urgencia de tapar agujeros en otras demarcaciones. Otra gran mentira de este deporte. Si alguna irresponsabilidad ha cometido el club en enero ha sido la de empeorar la portería , una posición más que clave. Se ha empeñado en mejorar el ataque y sólo con Antony ya lo ha conseguido. Su cesión es una gestión brillante, para empezar, porque el Betis va a disfrutar estos meses de un futbolista que no está a su alcance económico y, posiblemente, deportivo. De esas oportunidades de mercado que aparecen cuando no pones límites a tus aspiraciones o sueños. De ese trabajo realizado en el pasado, con otras grandes figuras, colaborando de cerca en la recuperación de su nivel. Seguro que el brasileño, cuando supo del interés bético, vio rápidamente que en la plantilla había jugadores como Isco y Lo Celso . No son sólo un reclamo en la hierba, también lejos de ella.¿O es que alguien opina que era mejor firmar un tercer lateral izquierdo por encima de un jugador decisivo? Hay posiciones en fútbol de las que se puede prescindir. Que puedes tirar hacia delante sin que sea un drama. Esos errores del pasado verano (por partida doble y posición) no pueden enmendarse unos meses después. Si los tienes disponibles, con una economía que no permite el derroche o el error doble, será tarea del entrenador colocar al menos gravoso para el interés grupal. El Betis apostó a lo grande para firmar a un jugador gigante. Si conseguía enchufarlo, sus aspiraciones en Liga y Europa iban a crecer de manera exponencial. Su contribución ha provocado que todo el equipo se sienta más poderoso. Isco lidera, Jesús regatea y Antony decide . Los tres hacen de todo y para todos. Un Betis que sonríe con tanto mago suelto por la hierba. Lo que podía parecer un antojo o fichaje del Fifa para muchos, se ha convertido en la revelación de la Liga para unos pocos. Unos pocos miles como es la familia bética. Su roja fue producto de enrabietarse por no alcanzar un balón que estaba perdido. No fue una locura pasajera, sino un motivo de estar metido. Involucrado. Integrado y responsabilizado. Y mira que decir que Antony no era lo que necesitaba el Betis…
Es curioso cómo cambia el tiempo la perspectiva de las opiniones. De las malas, claro está. O las que sólo están fundadas en ciertos prejuicios. En ocasiones, ese espacio temporal para ver si era acertada o errónea es minúsculo, casi imperceptible. Se te puede cerrar … la boca de forma incontestable en sólo diez minutos, o lo que necesitase el brasileño Antony para meterse a la afición del Betis en su bolsillo de megacrack. Porque nadie puede dudar del nivel de este futbolista si se ha parado ese mismo pedacito de tiempo para verlo competir con la elástica verdiblanca. Derrocha clase, desborde, ingenio y mucha mala uva cuando se acerca a la portería. Sus disparos son pases a la red. Donde no llegan los porteros ni cualquier ser humano que mida menos de dos metros y medio. Nadie. Encima, se le ve en la mirada esas ganas de revancha personal. No ya de taparle la boca a los opinadores de poco criterio, sino a esos que dudaron de su nivel por lo mostrado en Mánchester, dentro de un club gigante que hace tiempo que no se ve los pies para saber qué camino seguir. El zurdo salió de ese aire viciado y ahora respira libremente. Y todavía queda que se suelte un poco más. Que haga esas diabluras que guarda bajo la manga. Ya ha demostrado que cuando acelera es imparable y que el Betis ha encontrado en su figura el secreto de un final de temporada que se ha puesto rumboso.
Salvando un poco el pellejo propio, no se alegó que Antony fuese un mal fichaje para el Betis, sino que se trataba de una contratación innecesaria por las variantes que poseía el entrenador en la plantilla, con más urgencia de tapar agujeros en otras demarcaciones. Otra gran mentira de este deporte. Si alguna irresponsabilidad ha cometido el club en enero ha sido la de empeorar la portería, una posición más que clave. Se ha empeñado en mejorar el ataque y sólo con Antony ya lo ha conseguido. Su cesión es una gestión brillante, para empezar, porque el Betis va a disfrutar estos meses de un futbolista que no está a su alcance económico y, posiblemente, deportivo. De esas oportunidades de mercado que aparecen cuando no pones límites a tus aspiraciones o sueños. De ese trabajo realizado en el pasado, con otras grandes figuras, colaborando de cerca en la recuperación de su nivel. Seguro que el brasileño, cuando supo del interés bético, vio rápidamente que en la plantilla había jugadores como Isco y Lo Celso. No son sólo un reclamo en la hierba, también lejos de ella.
¿O es que alguien opina que era mejor firmar un tercer lateral izquierdo por encima de un jugador decisivo? Hay posiciones en fútbol de las que se puede prescindir. Que puedes tirar hacia delante sin que sea un drama. Esos errores del pasado verano (por partida doble y posición) no pueden enmendarse unos meses después. Si los tienes disponibles, con una economía que no permite el derroche o el error doble, será tarea del entrenador colocar al menos gravoso para el interés grupal. El Betis apostó a lo grande para firmar a un jugador gigante. Si conseguía enchufarlo, sus aspiraciones en Liga y Europa iban a crecer de manera exponencial. Su contribución ha provocado que todo el equipo se sienta más poderoso. Isco lidera, Jesús regatea y Antony decide. Los tres hacen de todo y para todos. Un Betis que sonríe con tanto mago suelto por la hierba. Lo que podía parecer un antojo o fichaje del Fifa para muchos, se ha convertido en la revelación de la Liga para unos pocos. Unos pocos miles como es la familia bética. Su roja fue producto de enrabietarse por no alcanzar un balón que estaba perdido. No fue una locura pasajera, sino un motivo de estar metido. Involucrado. Integrado y responsabilizado. Y mira que decir que Antony no era lo que necesitaba el Betis…
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