Así se hacía hasta la Revolución Industrial Así se hacía hasta la Revolución Industrial
Cuando, por la mañana, anunciamos al mundo con cierto orgullo y cara de descansados que hemos dormido de un tirón, lo hacemos como si nos … hubiera tocado una pequeña lotería. A nuestro entender, las seis o siete horas ‘reglamentarias’ de sueño (ocho, con suerte) deben ir todas seguidas. Es lo normal, ¿no? Pues bien, puede que en los tiempos que corren sí, pero no siempre ha sido así: hay evidencias de que, hasta la llegada de la Revolución Industrial, la gente dormía en dos tandas. «Históricamente, este patrón era muy común: antes de la luz eléctrica, la gente se dormía poco después del anochecer, unas cuatro o cinco horas, se despertaba durante una hora o dos –para leer, rezar o conversar– y luego volvía a dormir hasta el amanecer. A esto se le llama sueño bifásico y es aquel que se divide en dos periodos principales de descanso en lugar de un único bloque nocturno continuo», detalla María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES).
Tal y como explica la experta, con la llegada de la iluminación artificial, las jornadas se alargaron, los horarios se estandarizaron y el sueño monofásico –dormir de un tirón por la noche– «se convirtió en la norma social». «Aun así, nuestro cerebro conserva la predisposición natural a dos picos de somnolencia: uno durante la noche y otro a primeras horas de la tarde, algo que explica por qué la siesta sigue siendo tan beneficiosa y fisiológica», resume.
¿Y qué podemos hacer con esa predisposición ¿Podemos aprovecharla en algunos casos? ¿Volvemos siglos atrás y dormimos dos tandas largas? «En algunos casos puede ser una buena alternativa, porque lo más importante no es dormir todas las horas seguidas, sino acumular un tiempo total de sueño suficiente y de calidad a lo largo de 24 horas», destaca.
Casos en los que es útil
Así, optar por la opción bifásica puede resultar especialmente útil en personas mayores —cuyo sueño tiende a fragmentarse de forma natural— o en quienes, por trabajo o ritmo de vida, no logran mantener un sueño continuo. La clave, matiza la experta, está en que el patrón sea regular y no impuesto por el insomnio. «Si el sueño se divide porque hay despertares prolongados o dificultad para conciliar, entonces puede indicar un trastorno del sueño, y en ese caso conviene buscar la causa y tratarla», aconseja la experta de la SES.
Además de las personas mayores, indica, hay más gente que puede encontrar en de este modo de dormir «una estrategia útil»: quienes están en entornos laborales exigentes o con horarios irregulares.
Sin embargo, según la experta en sueño, «dormir en dos tandas puede tener ventajas, pero también limitaciones», dependiendo de cómo y por qué se haga. «Si el sueño bifásico es natural y regular —por ejemplo, dormir unas horas por la noche y completar con una siesta corta o un segundo bloque más breve—, puede ser perfectamente saludable. Ayuda a mantener la alerta diurna, mejora el rendimiento cognitivo y puede compensar noches con menos descanso», repasa.
Eso sí, debe hacerse bien para no acabar en desastre. Si los dos bloques son muy largos —por ejemplo, tres o cuatro horas cada uno—, existe mucho riesgo de interferir con la arquitectura natural del sueño, especialmente con el sueño REM, que se concentra más en la segunda mitad de la noche. «Por eso, si se opta por un patrón bifásico, suele ser más recomendable que el segundo bloque no supere los 90 minutos», recalca.
En realidad, muchas personas ya son bifásicas, porque han logrado incrustar una siesta después de comer en su día a día (con lo que ya tienen el bloque nocturno y diurno), aunque hay quienes han optado por otros paréntesis.Así, por ejemplo, hay quien es más fan de la llamada ‘siesta del obispo’, que tiene lugar antes de comer, pasada la hora del almuerzo, cuando se produce también –sobre todo en personas que madrugan mucho– un pico de somnolencia. Claro que hay que poder hacerlo: las obligaciones del día a día no siempre otorgan la flexibilidad necesaria para meter un sueñecito de cierta entidad.
Pasado… ¿Y presente?
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En la noche de los tiempos
Fue el historiador del sueño Robert Eldrich quien descubrió que en la Edad Media la gente dormía de 23.00 a 1.00 y, tras un parón de unas dos horas para quitarse el cansancio –usado para atizar el fuego, realizar algún trabajo, charlar y tener sexo–, dormían hasta el amanecer. Posteriormente se demostró que esta costumbre era mucho más antigua. -
¿Pasarnos al bifásico?
Hay que implantar un horario constante y esperar. El científico norteamericano Thomas Wehr concluyó que en cuatro semanas se puede pasar al modo bifásico controlando la exposición a la luz y creando ‘noches’ de diez horas en lugar de ocho
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