En septiembre se dispara un 20% la venta de gafas ocupacionales En septiembre se dispara un 20% la venta de gafas ocupacionales
Un clásico de estos días: llegas al trabajo después de unas semanas de vacaciones –con más redondeces, menos ojeras, mejor color y las reservas de … paciencia a tope– y descubres que algunas partes de ti se han relajado tanto… que te ponen en apuros. Por ejemplo, el cerebro…, ¿a quién no se le ha olvidado alguna contraseña del ordenador o cómo se hacían ciertas tareas mecánicas? ¿Más ‘daños colaterales’ del descanso? La vista. Al reincorporarnos a la rutina laboral, tenemos a menudo la sensación de que lo que aparece en nuestra pantalla no está tan nítido, ni podemos leer papeles tan bien como antes. Ahora mismo son legión los que creen que ven peor que antes de las vacaciones… ¿Es posible que en solo unas semanas nos haya empeorado la vista? ¿Qué ha pasado?
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Motivo número 1
Relax de la musculatura ocular
La óptica Xaqueline Rodríguez explica una de las causas por las que nuestra calidad de visión parece de repente algo mermada: «Se nos ha relajado el ojo. Cuando estamos de vacaciones, la musculatura ocular se acostumbra a mirar a lo lejos, a una distancia de más de seis metros, y no ha tenido que esforzarse para adaptarse a la distancia del ordenador, que son unos 60 centímetros. Y, como no ha hecho ese esfuerzo, al volver a ponernos frente a los ordenadores un montón de horas e intentar enfocar, nos cuesta», indica.
Esto es frecuente, sobre todo, a partir de los 40 años, cuando la degeneración natural del ojo se traduce en problemas para enfocar, eso que conocemos como vista cansada o presbicia, un problema que evoluciona paulatinamente. Lo que ocurre es que, tras un mes de relax ocular, podemos percibir más nuestra menor capacidad de enfoque: ya estaba ahí, pero, al no usarla durante las vacaciones, ahora nos resulta más molesta y se revela con más dureza. Este mes muchas personas acaban yendo a revisarse la vista y estrenando gafas ocupacionales, las que nos permiten manejarnos en distancias cortas y medias, o cambiando las que tienen por otras con una mayor graduación. Así, septiembre es el mes con más demanda de estas lentes: según los datos de Óptica & Audiología Universitaria, su venta se incrementa alrededor del 20%.
«El ojo es muy sensible a los cambios externos y en verano hemos estado expuestos a muchos»
Si pasamos de los 40 y estamos más de tres horas diarias frente a pantallas, leyendo documentos o realizando tareas en espacios cerrados, tenemos muchos boletos para acabar usándolas. Eso sí, hay unos pocos ‘privilegiados’ que se salvan de la presbicia y lo son porque, paradójicamente, tienen algún defectillo visual, como un poco de astigmatismo o de miopía en uno de los ojos, que no les genera ningún tipo de problema en el día a día pero que les dota de una multifocalidad natural (para equilibrar esos fallos) que los ‘vacuna’ contra la presbicia. En este caso, la desviación de la norma tiene premio y explica que haya ancianos que leen el periódico sin gafas.
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Motivo número 2
Ojo seco por ‘maltrato’ veraniego
Muchas veces terminamos las vacaciones con el pelo hecho un estropajo y la piel seca por el cloro, la sal del mar y el sol. Y, como es algo muy visible, en estas fechas nos venden muchos productos cosméticos de hidratación para recuperar su estado preveraniego. Pues bien, los ojos también están resentidos por los mismos motivos, «algo que genera molestias y ocasiona una pérdida de la calidad visual», apunta Juan Durán, director médico del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología (ICQO). Tal y como explica, los estragos estivales nos hacen parpadear más en esta época del año para mantener el ojo húmedo, por lo que es conveniente usar lágrimas artificiales. «El ojo es muy sensible a los cambios externos y en verano hemos estado expuestos a muchos», señala. Además del agua de mar y de las piscinas y del exceso de sol, el experto añade que conducir muchas horas y el aire acondicionado tampoco han ayudado al ojo. A la vuelta, sumados todos estos pequeños factores, es fácil que notemos pérdida de calidad visual.
Hay un último factor que Durán pone sobre la mesa y que también explica algunos empeoramientos de visión típicos de septiembre: «Quienes usan lentillas pueden haber caído en cierto desorden en verano (horarios caóticos, peor higiene) y vuelven con los ojos resentidos. Por eso siempre recomendamos que en vacaciones se usen desechables, que requieren menos cuidados».
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