‘La historia de Souleymane’: vertiginosa contrarreloj social de un repartidor de comida en busca de asilo

Una noche cualquiera una persona tiene hambre y no le apetece cocinar, así que decide encargar comida a domicilio. Otro ser humano, en medio del vértigo de la ciudad y quizá también de la lluvia, le acaba llevando esa cena. Por el camino, este repartidor tiene un pequeño accidente con su bici y la bolsa está arrugada. La comida está perfecta, pero el envoltorio de ese primer mundo impoluto en el que todo son comodidades no resulta como se desea, no acaba de ser impecable. El cliente le cierra la puerta en las narices y no se queda con el pedido.

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Abou Sangare, en un momento de ‘La historia de Souleymane’, de Boris Lojkine.

La historia de Souleymane

Dirección: Boris Lojkine.

Intérpretes: Abou Sangare, Alpha Oumar Sow, Nina Meurisse, Emmanuel Yovanie.

Género: drama. Francia, 2024.

Duración: 93 minutos.

Estreno: 30 de abril.

 La película, a pesar de provocar en el cinéfilo una sensación de ya vista y oída, sabe encontrar recovecos aún no tratados y el nervio que provoca un buen ‘thriller’  

crítica de cine
Crítica

Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La película, a pesar de provocar en el cinéfilo una sensación de ya vista y oída, sabe encontrar recovecos aún no tratados y el nervio que provoca un buen ‘thriller’

Tráiler de ‘La historia de Souleymane’

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Abou Sangare en un momento de ‘La historia de Souleymane’ (2024), de Boris Lojkine.Foto: IMDB
Javier Ocaña

Una noche cualquiera una persona tiene hambre y no le apetece cocinar, así que decide encargar comida a domicilio. Otro ser humano, en medio del vértigo de la ciudad y quizá también de la lluvia, le acaba llevando esa cena. Por el camino, este repartidor tiene un pequeño accidente con su bici y la bolsa está arrugada. La comida está perfecta, pero el envoltorio de ese primer mundo impoluto en el que todo son comodidades no resulta como se desea, no acaba de ser impecable. El cliente le cierra la puerta en las narices y no se queda con el pedido.

Esta escena, presente en La historia de Souleymane, tercer largometraje de Boris Lojkine, debería hacernos reflexionar. Lo que hay detrás de ese mensajero de nuestro bienestar, puede que también de nuestra molicie, es inimaginable. Quién es, de dónde viene, qué tipo de existencia tiene, qué le ha ocurrido justo antes y qué le va a pasar después es lo que nos cuenta su director y guionista, con arraigado sentido social y estimable sentido cinematográfico. El relato de dos días en la vida de un inmigrante guineano en París, mientras se prepara para la entrevista de solicitud de asilo. Una película que, a pesar de provocar en el cinéfilo habitual una sensación de ya vista y oída, de temática reiterativa en el cine social europeo de las dos últimas décadas, no deja de tener un indiscutible interés, pues sabe encontrar recovecos aún no tratados, haciéndote sentir el nervio que provoca un buen thriller (casi sin serlo).

Sean Baker, cineasta del año, ganador de la Palma de Oro de Cannes y del Oscar a la mejor película por Anora, comenzó su carrera con una película semejante: Take Out (2004). Mucho más barata e independiente que La historia de Souleymane (Baker la hizo con el irrisorio presupuesto de 3.000 dólares), pero igualmente certera a la hora de reflejar la crónica invisible de un ser humano en los márgenes de la sociedad occidental contemporánea. Lojkine, más cercano al modelo de los hermanos Dardenne que al cineasta estadounidense, muestra la sucesión de chanchullos que rodean a veces este acto de pedir y recibir comida a domicilio. Entre ellos, los 120 euros a la semana que debe pagar al verdadero propietario de la cuenta de ryder —otro inmigrante, pero este con los papeles necesarios para poder trabajar—, que se la ha realquilado para trabajar en otro lugar y sacar así un sobresueldo.

Abou Sangare, en un momento de ‘La historia de Souleymane’, de Boris Lojkine.

Durmiendo, cenando, duchándose y lavando su ropa en un albergue, mientras habla desde la tristeza con su novia en Guinea y sufre las amenazas de la mafia que le retiene el pasaporte hasta no pagar un dinero que aún no tiene, el devenir de la criatura protagonista se acaba convirtiendo en una semblanza de suspense social, hasta llegar a la entrevista clave frente a la funcionaria de la Ofpra, la Oficina Francesa de Protección a los Refugiados y Apátridas. Una cita para la que ha estado preparándose mentalmente con una historia inventada (y memorizada) de luchador por los derechos humanos en su país, cuando en realidad nunca estuvo interesado en la política y sí en el loable objetivo de tener una vida digna.

Lojkine abre de este modo una gama de grises que elude la figura de un solo trazo rayana en la santidad, y culmina con un final abierto en apariencia, pero cerrado a cal y canto si se analiza el último elemento cinematográfico de montaje: un corte a negro (que no fundido a negro), exacto al del desenlace de una mítica serie de televisión, que no implica continuidad sino ruptura.

La historia de Souleymane

Dirección: Boris Lojkine.

Intérpretes: Abou Sangare, Alpha Oumar Sow, Nina Meurisse, Emmanuel Yovanie.

Género: drama. Francia, 2024.

Duración: 93 minutos.

Estreno: 30 de abril.

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Sobre la firma

Javier Ocaña

Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de ‘Hoy por hoy’, en la SER y de ‘Historia de nuestro cine’, en La2 de TVE. Autor de ‘De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos’. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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