Robert D. Kaplan: “La búsqueda de minerales críticos es una nueva forma de imperialismo”

Robert D. Kaplan (Nueva York, 1952), uno de los analistas geopolíticos más importantes de los últimos tiempos, lanza preguntas que no tienen respuesta… No todavía. “Durante 80 años, Europa ha dependido de EE UU para su seguridad. Ello generó una clase política en el Viejo Continente que se ha acostumbrado a administrar programas sociales sin preocuparse demasiado por la defensa”, explica. Esa era de comodidad parece estar llegando a su fin con Donald Trump como inquilino de la Casa Blanca. Ahora la cuestión está en saber si Europa puede unificarse sin el paraguas gringo. “¿Resurgirán disputas históricas entre Francia y Alemania? ¿Francia se inquietará si Alemania se rearma? ¿Un país tan pequeño como Eslovaquia, o Bélgica, podrá bloquear o frenar iniciativas de política exterior impulsadas por otras naciones? Estas cuestiones marcarán el futuro”, asegura en conversación con EL PAÍS.

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 En analista geopolítico estadounidense señala en su último libro que el mundo vive una situación parecida a la que experimentó Alemania con la República de Weimar y que se caracterizó por ser un periodo de crisis permanente con gran inestabilidad  

Geopolítica

En analista geopolítico estadounidense señala en su último libro que el mundo vive una situación parecida a la que experimentó Alemania con la República de Weimar y que se caracterizó por ser un periodo de crisis permanente con gran inestabilidad

El escritor, periodista y analista estadounidense Robert D. Kaplan.
Óscar Granados

Robert D. Kaplan (Nueva York, 1952), uno de los analistas geopolíticos más importantes de los últimos tiempos, lanza preguntas que no tienen respuesta… No todavía. “Durante 80 años, Europa ha dependido de EE UU para su seguridad. Ello generó una clase política en el Viejo Continente que se ha acostumbrado a administrar programas sociales sin preocuparse demasiado por la defensa”, explica. Esa era de comodidad parece estar llegando a su fin con Donald Trump como inquilino de la Casa Blanca. Ahora la cuestión está en saber si Europa puede unificarse sin el paraguas gringo. “¿Resurgirán disputas históricas entre Francia y Alemania? ¿Francia se inquietará si Alemania se rearma? ¿Un país tan pequeño como Eslovaquia, o Bélgica, podrá bloquear o frenar iniciativas de política exterior impulsadas por otras naciones? Estas cuestiones marcarán el futuro”, asegura en conversación con EL PAÍS.

Mientras Europa trata de mostrar fortaleza, el mundo mira cómo la primera economía del mundo desempolva el espíritu imperialista para ir en busca de recursos naturales. “Estamos entrando en una nueva era”, reconoce el experto que ha lanzado un nuevo libro, Tierra baldía: Un mundo en crisis permanente (RBA, 2025). El título no es casualidad: remite a un poema de T. S. Eliot, un texto que trata sobre el colapso, la desolación y la pérdida.

Pregunta. En su libro traza un paralelismo entre la República de Weimar y el presente, un mundo en crisis permanente. ¿Estamos en una especie de Weimar global?

Respuesta. La República de Weimar [un régimen alemán que surgió tras la I Guerra Mundial y que terminó con el ascenso de Hitler] vivía en una crisis constante, había mucha inestabilidad. El mundo actual se asemeja a ese escenario. Weimar fue una auténtica crisis permanente. Utilicé a Weimar como una forma de describir el mundo de hoy porque la tecnología ha reducido las distancias. Estamos más conectados que nunca y no podemos ignorarnos unos a otros. Una crisis en el Pacífico puede tener consecuencias en Europa y EE UU de una manera que antes no sucedía. Hablo de una crisis permanente, no de anarquía o de colapso total. No es una visión completamente negativa, sino de un mundo que avanza de una crisis a otra.

P. ¿La lucha por los minerales críticos refuerza la analogía?

R. Los minerales críticos son un fenómeno completamente nuevo. Estamos entrando en una nueva era imperial, definida por grandes potencias regionales. Estados Unidos ejercerá su influencia desde Groenlandia hasta Panamá. Rusia buscará más territorio, y China intentará someter a Taiwán y expandirse por el Pacífico Occidental. Estas tres potencias competirán en distintos frentes. EE UU y China ya disputan su influencia en América Latina, que alguna vez fue definido como el patio trasero de Washington, pero donde ahora Pekín tiene un peso significativo.

P. ¿Dónde encaja Europa en esta lucha global?

R. Desde el inicio de la crisis en Oriente Próximo, que se inició el 7 de octubre de 2023 [cuando Hamas atacó Israel y en respuesta se lanzó una ofensiva militar contra la Franja de Gaza], EE UU, Rusia e Irán han desempeñado un papel clave, mientras que Europa ha quedado al margen. Fue el primer gran conflicto en el que su postura no ha tenido peso. Benjamín Netanyahu, por ejemplo, no dio importancia a las declaraciones del presidente español [Pedro Sánchez animó a reconocer al Estado palestino] o del británico [que ha dicho que se debe permitir a los palestinos regresar a casa]. Esto refleja una tendencia. Durante 80 años, Europa ha dependido de EE UU para su seguridad. Esto se ha terminado con Trump. Estamos entrando en un mundo donde EE UU, China y Rusia competirán por el control global. Europa, a pesar de su poder económico, no es un actor estratégico unificado. Se habla de crear una defensa europea, por ejemplo, pero ¿qué tipo de ejército se originará?, ¿será real o algo simbólico como las fuerzas de paz de la ONU en el Líbano? Una cosa es incrementar los presupuestos de defensa; otra es construir una fuerza militar efectiva. Europa, además, está dividida. España, Portugal, Italia y Grecia quizás no sienten la misma amenaza rusa que Polonia, Rumania o Alemania. Esto refuerza la fragmentación.

P. ¿Qué le parece la estrategia de EE UU sobre los minerales críticos?

R. Es amoral. No inmoral. Se parece al realismo político de China y Rusia. Desde 1945, EE UU proyectó una visión liberal del mundo basada en los derechos humanos y la democracia. La Administración de Trump no está interesada en eso, lo que supone un cambio drástico, especialmente para Europa, cuyo víncu­lo con EE UU se sustentaba en normas y valores compartidos. EE UU ahora busca nuevos recursos [en otros territorios], no creo que sea una forma de colonialismo porque Trump no quiere gobernar sobre otras poblaciones ni establecer colonias. Es una nueva forma de imperialismo.

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Sobre la firma

Óscar Granados

Es periodista. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Colaborador habitual del suplemento Negocios.

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