Gabriela Hinojosa (Madrid, 31 años) ya no luce la barriga embarazada que la acompañó a su paso por la decimotercera edición de MasterChef. Su hija Pepa, nacida hace apenas un par de semanas, la acompañó por las cocinas del exitoso reality culinario durante tres intensos meses de pruebas, angustias, logros y fracasos. Llegaron juntas a la final, emitida la noche del lunes en televisión española, y juntas también la ganaron. “Es una campeona, se merece este premio más que yo. Es la que me ha dado fuerza para seguir, me ha impulsado”, cuenta la madre, sonriente como se solía verla en la televisión y vestida con la chaquetilla de ganadora del programa. La madrileña, hija del empresario Eduardo Hinojosa —fundador de Cortefiel, fallecido hace un año— y madre de otros dos hijos, llegó dispuesta a abandonar su profesión de financiera y embarcarse en la aventura de cumplir un sueño que llevaba “persiguiendo desde chiquitita”: volverse cocinera. Con un menú final dedicado a su padre y su familia, la nueva MasterChef ha ganado el trofeo, 100.000 euros en metálico y un máster en el Basque Culinary Center, el próximo paso en su nueva carrera profesional.
La madrileña, hija del creador de Cortefiel y que entró al concurso embarazada de su tercer hijo, se hizo con el premio después de presentar un menú dedicado a su familia
Gabriela Hinojosa (Madrid, 31 años) ya no luce la barriga embarazada que la acompañó a su paso por la decimotercera edición de MasterChef. Su hija Pepa, nacida hace apenas un par de semanas, la acompañó por las cocinas del exitoso reality culinario durante tres intensos meses de pruebas, angustias, logros y fracasos. Llegaron juntas a la final, emitida la noche del lunes en televisión española, y juntas también la ganaron. “Es una campeona, se merece este premio más que yo. Es la que me ha dado fuerza para seguir, me ha impulsado”, cuenta la madre, sonriente como se solía verla en la televisión y vestida con la chaquetilla de ganadora del programa. La madrileña, hija del empresario Eduardo Hinojosa —fundador de Cortefiel, fallecido hace un año— y madre de otros dos hijos, llegó dispuesta a abandonar su profesión de financiera y embarcarse en la aventura de cumplir un sueño que llevaba “persiguiendo desde chiquitita”: volverse cocinera. Con un menú final dedicado a su padre y su familia, la nueva Master Chef ha ganado el trofeo, 100.000 euros en metálico y un máster en el Basque Culinary Center, el próximo paso en su nueva carrera profesional.
Pregunta. ¿Tiene más mérito haber ganado el programa estando embarazada?
Respuesta. Pues el mero hecho de estar embarazada tampoco ha sido algo muy determinante. Al final yo creo que las mujeres estamos superpreparadas. Lo he hecho en el segundo trimestre, que es el trimestre más llevadero y fácil. Como que era parte de mí, se ha adaptado a la situación y me ha permitido concursar sin ningún tipo de problema. Como uno más.
P. Entró financiera a las cocinas de MasterChef, ¿salió cocinera?
R. Sí. Yo creo que es el principio de algo muy grande. Lo que pasa es que al final el mundo finanzas siempre me va a acompañar y creo que toda formación es positiva porque el día de mañana, si quieres tener algo, el mundo finanzas va a estar bastante relacionado. O sea que podré compaginar lo que he estudiado con lo que quiero ser.
P. ¿Ese algo que quiere tener es un servicio de catering?
R. Me encantaría. Si Dios quiere y todo me sale bien, me encantaría tener un catering.
P. ¿Ha dado algún paso para lograrlo o todavía es pronto?
R. Pues mira, a corto plazo tengo que hacer el curso de la Basque Culinary Center y formarme para poder dar la mejor versión de mí en mi cocina, en mi negocio el día de mañana y en todo. Así que yo creo que debo de empezar la casa no por el tejado sino por abajo, por los cimientos y debo de seguir formándome. Aunque la formación que he conseguido en MasterChef ha sido increíble. El menú que hice en la final no lo hubiese hecho hace tres meses.
P. Ese menú con el que ganó fue muy técnico, de muchas elaboraciones y complejo, ¿arriesgó mucho?
R. Era un menú muy técnico, pero es que tenía que estar a la altura de las personas a quien se lo dediqué. Así que me tenía que poner las pilas. Y por eso hice lo que era arriesgado. Podría haber fallado y me quedaba sin menú, pero bueno, en esta vida el que no arriesga no gana y me ha salido bien, gracias a Dios.
P. ¿Fue esa dosis de riesgo la que le hizo ganar?
R. Es lo que yo creo que me diferenció de Bea [la otra finalista], que fue una rival excelente. Pero es verdad que yo apliqué algo más de técnica. Era el momento de sacar toda la artillería pesada encima de la mesa y a por todas.
P. El primer plato de ese menú se lo dedicó a su padre, hilo conductor emocional de tu participación en el programa. ¿Qué pensaría de su éxito ahora?
R. Me da pena que no esté, la verdad. Bueno, no está físicamente, pero yo creo que está de otra forma y está superorgulloso de lo que he conseguido. Hubiese pagado oro para que hubiese visto que no se me ha puesto nada delante para conseguir lo que llevaba tiempo diciéndole: ‘Papá no es un capricho’. Yo sé que lo que él hubiera dicho. Sería: ‘Esta niña no es un capricho. Es que realmente quería ser una cocinera’. Así que creo que estaría superorgulloso de lo terca que soy.

P. Además de ser terca, ¿qué clave encuentra en su éxito?
R. Yo siempre pienso que hay que tener control en la cabeza. Y que me veáis centrada no significa que no estuviese como un flan, porque al final todo lo que estamos viviendo es real, aquí no hay tongo, no hay trampa de cartón, es lo que veis.
P. ¿La calma tiene que ver con ser madre? A sus otros dos hijos les has dedicado el plato final.
R. Por supuesto. Yo sufría cuando pensaba que estaría tres meses sin ver a la familia. Pero decía: ‘Gabriela, no te olvides por qué estás haciendo esto’. Yo lo hice por ellos, porque quiero que el día de mañana puedan cumplir su sueño, aunque se les ponga difícil. Y eso yo no solo quería decírselo, sino que quería demostrárselo con hechos.
P. ¿Cómo han llevado todo?
R. Probablemente me han echado muchísimo de menos, pero al final los hijos se adaptan a todo. Yo tenía miedo a que me castigasen al volver a casa ignorándome o con su silencio, pero ha sido como si no me hubiese ido en estos tres meses. Son maravillosos, no te puedo decir nada más. Son maravillosos.
P. ¿Por qué empezar este sueño en este momento de tu vida?
R. Era una espina que tenía clavada desde hace muchísimo tiempo y la realidad es que el impulso me lo dio mi marido. Me dijo: ‘Sabes hacer las finanzas. Vale, se te da bien, pero tu sueño no es ese. Tú eres feliz cuando te pones a cocinar, cuando coges las sartenes, las ollas, te pones a inventar modo laboratorio’.
P. ¿Cuándo sintió de verdad que podía ganar?
R. La verdad es que hasta muy al final no lo pensé. Al final ya empieza a ser muy difícil, ¿sabes? Eran cuatro rivales muy fuertes. En seguir al chef [la primera prueba de la final, en la que los participantes imitan la elaboración de un reputado cocinero] pensé ‘nada, estoy fuera’. Y de repente, en la segunda prueba dije mira, probablemente sea mi último cocinado, lo voy a disfrutar, voy a echar los restos y que salga lo que Dios quiera.
P. Habla muy bien de los finalistas. Ha sido una edición de pocas peleas y un buen rollo, ¿se llevan muy bien?
R. Adoro a todos, cada uno me ha aportado en mayor o menor medida, pero todos nos hemos aportado, yo creo que, entre todos, cada uno su granito de arena. Luego, por supuesto, hay alguno con el que simpatizas más.
P. ¿Con quién?
R. Bea es una de ellas. Con Bea he compartido la experiencia desde el principio, compartí hasta el cuarto con ella, éramos confidentes, éramos amigas. En una final con ella me daba igual quien ganase. Evidentemente, prefiero ganar yo pero que hubiese ganado ella me hubiese alegrado tanto, porque hubiese sido tan merecido. También me llevo hermanos, Iago, Elena, son como hermanos. Es que estamos hablando todos los días, para que tengas una idea. Esta gente no está de paso, es lo guay de Masterchef, porque al final la convivencia son muchas horas y al final compartes cosas muy íntimas, te abres en canal que es una cosa que a mí me cuesta a veces un poco.
P. ¿Le ha cambiado la vida?
R. Soy otra Gabriela. Me he abierto y he compartido alegrías, tristezas, momentos de nervios.
P. También contó cosas personales a la cámara. Al principio del programa hablaba de un conflicto con tus hermanos por la herencia de tu padre, carne de cañón para la prensa…
R. El tema familia y tal está ahí, pero hay una cosa que yo tengo superclara y es que al final la familia es la familia y siempre será la familia. Entonces, en todas las casas se cuecen habas, quien diga que no se ha peleado con su hermano, miente. Pero que no se te olvide que tu familia es tu familia.
P. ¿Le preocupa que esta experiencia pueda exponer demasiado tu vida personal?
R. No. Lo llevo muy bien. Yo he venido aquí a demostrar que el mundo cocina es lo más importante para mí. Y lo he conseguido.
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